Oct 08 2006

Los chicos de oro

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“Lo que más me gusta de los niños es el proceso de producción”, reconoce el escritor Zarko Petan. Razón no le falta. Pocas cosas hay en el mundo, por no decir ninguna, tan gratificantes, tan sabrosas, como hacer el amor, comerse los unos a los otros. Si no fuera por que de esos polvos nacen luego estos renacuajos, estos incipientes consumidores, aparearse estaría seguro prohibido. Demasiado bueno, bonito y barato para ser real, para ser legal.

Reproducirse nunca había costado tanto. Un primer hijo, a 18 años, sale por un mínimo de 98.000 euros -en una escuela pública, sin problemas de salud y poco caprichoso- y un máximo de 310.000 -en colegio privado y con lo último en ropa y tecnología-. En el año 2000, eran entre 78.000 y 192.000 euros. En seis años, los salarios han crecido un 15% mientras que el gasto por retoño, entre un 10% y un 56%. El Euniñor, el Índice de Críos por Consumo, está disparado y los expertos estiman que continuará subiendo. Miles de cabezas de familia penden de sus hijos.

Gorka Andraka, (continúa leyendo en Rebelión)

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