Sep 30 2008

Gabilondo, otra vez

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Como los bancos, cuando se hunden, se llevan entre los brazos un cofre con nuestros ahorros, todos aplaudimos la operación rescate sin entender muy bien nada

“El dinero sigue movilizándose en favor del dinero. En Estados Unidos y también en Europa.

Como los bancos, cuando se hunden, se llevan entre los brazos un cofre con nuestros ahorros, todos aplaudimos la operación rescate sin entender muy bien nada y con la convicción de que se está blanqueando una estafa monumental. La Bolsa sigue en caída libre, el euríbor en vuelo estratosférico, pero el gran desastre no tiene responsables. Nadie ha fracasado, nadie se avergüenza.

Cuando el comunismo se hundió, los comunistas se confundieron con la maleza, se disfrazaron de sombra y se perdieron en la niebla. Ahora, los propagandistas del fundamentalismo monetario ponen cara de adversidad, pero siguen donde estaban explicando, teorizando, interpretando la erupción volcánica y el color de la lava y, por supuesto, el sistema no se cuestiona ni tangencialmente. Aunque Bush, Paulson y Trichet nacionalizan bancos como si fueran Marx, Engels o Lenin. Este desorden de las ideas sirve para dejar claro que las ideas no importan, todo es cuestión de cinismo y de capacidad de aguantar con impavidez las mayores contradicciones.

Mientras, en la política, se lucha por liderar este lío. Sarkozy y Brown lo están logrando. Zapatero, no. Sarkozy se ha subido en la ola de miedo que agobia a los franceses. En Toulon se disfrazó de nacionalista y socialista, sin pudor alguno, pero se apoderó de la bandera. En Gran Bretaña, Brown, que estaba k.o., se lanzó a la izquierda y convirtió a los conservadores en ideólogos del desastre. Zapatero está perdido y está perdiendo, como dicen los sondeos. Su suerte es que está enfrente Rajoy, que solo ganará si se lo regalan.”


Sep 30 2008

entender mejor la crisis

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un amigo me ha mandado éste vídeo para ayudarme a entender mejor la crisis:

entrada actualizada

hoy ( 2 octubre) lo publica EL PERIÓDICO:

La crisis financiera, el desplome de Wall Street y la burbuja inmobiliaria tienen una fácil explicación: la “crisis de las hipotecas subprime”, un concepto que no es un complicado si te lo explica un especialista como George Parr.

En este vídeo, George Parr pone ejemplos y aclara las causas de la crisis que está afectando a todo el mundo con tono sarcástico e irónico.

En el programa británico The last laugh, John Bird y John Fortune, dos veteranos actores especializados en las parodias políticas, hacen falsas entrevistas de actualidad en las que uno de los dos interpreta a un especialista en el tema que les ocupa.

Sea militar, ministro o experto financiero, el entrevistado siempre se llama George Parr.

Sarcasmo contra los especuladores

En este caso, Parr explica cómo funciona la especulación hipotecaria, cómo se ha formado la burbuja inmobiliaria y porqué ha afectado a las bolsas de todo el planeta.

Por si fuera poco, Parr pone ejemplos de lo más sarcásticos y ofrece una solución bastante peculiar.

Con John Bird y John Fortune todo resulta más fácil de entender. Cada vez que una crisis agite al mundo, consulte a George Parr.


Sep 27 2008

Alarte, nou secretari general del PSPV

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No ho te difícil per fer-ho millor; pitjor es impossible. Vorem què tal…

de moment el que diu la premsa:

a Público:

Jorge Alarte, nuevo líder del PSOE valenciano por sólo 20 votos

al Levante:

Alarte, nuevo secretario general del PSPV-PSOE

Levante també li dedica al Congrés un especial:


Sep 27 2008

Testigos y culpables

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Koldo Campos Sagaseta [Rebelión]

No es todos los días pero, a veces, encuentran los medios de comunicación ocasión para abrir la espita de sus mejores esencias éticas y morales, no importa que sea a costa de hacer leña del desgraciado mortal a cuyo lado se ahogó una niña gitana o fue golpeada una emigrante o se cometió cualquier otro atropello, mientras él silbaba distraído.

Para desgracia del infortunado testigo, la cámara estaba ahí, la misma cámara que no intervino sino para contarnos la triste historia de su cobardía. Y a su anónima sombra, al día siguiente transformada en titular de primera página, edifican los bienpensantes la opinión pública para que todos condenemos al desalmado que cerró los ojos.

Sin embargo, debiéramos estarle agradecidos. Gracias a él y a su infeliz coincidencia con la escena del crimen, los grandes medios, acostumbrados a honrar la delincuencia y a denigrar la dignidad, encuentran, de vez en cuando, la esperada ocasión que los redima para poder ensalzar la virtud y, al mismo tiempo, mostrarse virtuosos. Y el gran público, que conoce y practica el argumento, que juega el mismo juego, encuentra un cristiano motivo para sentir el decoro que no tuvo el testigo.

En cuestión de horas el mundo recupera su condición humana gracias a ese Cristo sorprendido en medio de un calvario, que no quiso o fue capaz de obrar el milagro.

Pero ocurre y viene al caso que, aunque no salgan en la foto los tantos inocentes indignados, e inclúyase a los grandes medios de comunicación, ellos también estuvieron presentes en aquella playa de la indiferencia, o siguieron sentados en el vagón del metro o cerraron los ojos ante la tortura o se hicieron cómplices de cualquiera de las tantas canalladas que se cometen a diario.

Ellos, nosotros, todos, vivimos rodeados de guerras hechas en nuestro nombre y, a veces, también con nuestros votos; de tragedias predecibles y evitables; de miserables vergüenzas que sonrojarían la noche si todavía nos atreviéramos a asomarnos a la calle; de atropellos que están a nuestro lado, que nos salpican, nos envuelven, nos pasan por encima y por debajo… y si no salimos en la foto se debe, simplemente, a la brevedad del plano o de la lente.

Todos y todas estamos en la foto, como estamos en el mundo, y no hay espacio que no conozca un crimen ni crimen que no guarde memoria.

Todos somos testigos de la criminal codicia de unos cuantos irracionales desalmados que están poniendo en peligro la supervivencia del planeta y de la humanidad.

Pero esa no es la cuestión. La cuestión es qué actitud tenemos, cómo reaccionamos frente a la injusticia o la impunidad, cómo respondemos frente al atropello…porque entre tanta gente que aporta sus haberes en el noble afán de construir un mejor mundo, hay también gente que se esfuerza en lo contrario. Unos lo hacen desde la indiferencia, limitando su infamia a presenciarla. Son esos que mientras cenan cambian los muertos de canal o eligen la radio para no tener que acompañar el postre con alguna imagen truculenta. Otros lo hacen desde la connivencia, respaldando conductas xenófobas y machistas, empujando proyectos guerreristas, aprobando políticas represivas, votando gobiernos delincuentes.

A unos y a otros asisten los grandes medios de comunicación.

Y sí, todos somos testigos… pero no todos somos culpables.


Sep 26 2008

La família Fabra i la Diputació de Castelló:

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Sep 26 2008

La vida ejemplar del ciudadano Fabra

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La saga del presidente de la Diputación impregna todo un siglo de vida política en la provincia de Castellón

JOAN GARÍ - Público

Quizá nunca lo sospechó, pero Victorino Fabra Gil, alias el agüelo pantorrilles, hizo algo más que batirse el cobre contra los carlistas en el Maestrazgo durante la segunda mitad del siglo XIX. Su alias, en valenciano castellanizado, lo debe a la costumbre de usar calzón corto, pero su fe liberal no fue mucho más larga: pronto se pasaría con sus huestes al Partido Conservador y, desde allí, controlaría una provincia convulsa.

Sin saberlo, estaba inaugurando una fecunda saga de políticos castellonenses que, durante más de 100 años, impregnaría la política local con los aromas afrutados del caciquismo. Él fue el tío del bisabuelo de Carlos Fabra Carreras (Castellón, 1946), actual presidente de la Diputación de Castellón. Le seguirían Victorino, Hipólito y Plácido, tres sobrinos que para sí hubieran querido los papas Borgia. La Diputación de Castellón, de hecho, parece hecha a medida de los Fabra. Al fin y al cabo, Carlos la heredó de su padre Carlos Fabra Andrés, y este del suyo, Luis Fabra Sanz.

Del franquista Fabra Andrés, que fue alcalde de la ciudad en la durísima posguerra y ahora da nombre a un trofeo de golf, leí hace poco una necrológica retrospectiva en un periódico local donde se le atribuía “el gran despegue de Castellón como una ciudad moderna, abierta, luminosa y mediterránea” (sic).

Inconfundible estampa

Cada Fabra ha añadido su granito de arena a la leyenda. Carlos, por ejemplo, tiene una inconfundible estampa gracias a sus sempiternas gafas de cristales ahumados. En realidad, oscurece su visión no para infundir temor a sus enemigos, sino para ocultar un ojo de cristal que perdió en una reyerta infantil. Con esa vista sesgada tiene en un puño a su partido y a la provincia. No contento con ello, en las últimas elecciones aupó a su hija Andrea Fabra al senado.

Andrea está casada con Juan José Güemes, consejero de Sanidad de Esperanza Aguirre y está incluida, por cierto, en el sumario que se sigue contra su padre por múltiples delitos.

Con su vista sesgada tiene en un puño a su partido y a toda una provincia

Antes de que los abruptos términos cohecho, prevaricación y tráfico de influencias se dieran de bruces con él, Carlos Fabra era un ciudadano ejemplar que se dedicaba al honrado negocio de la política, como todos sus antepasados. No hace mucho tiempo, Mariano Rajoy tuvo que utilizar ese apelativo –“ciudadano ejemplar”– para referirse al todopoderoso presidente de la Diputación, pero para entonces la vida había deparado a Fabra la inmersión en una kafkiana causa judicial urdida por un socio despechado. Vicente Vilar, en efecto, le acusó de haber mediado ante altas instancias del Gobierno de

Aznar para legalizar fraudulentamente determinados productos fitosanitarios. Vilar cumple actualmente condena por haber violado a su esposa (nadie es perfecto).

Acostumbrado a que nadie le tosa y a que todos le besen la mano, Fabra no lleva bien ser objeto de una eternizada investigación judicial que busca saber, entre otras cosas, cuál es el origen de los 600.000 euros que en 1999 tenía repartidos en 19 cuentas. Para un hombre al que la declaración de la renta le sale a devolver no es una pregunta baladí.

A la justicia, sin embargo, también le interesa saber si es cierto que medió en el Ministerio de Agricultura para conseguir la legalización de los fitosanitarios de marras. Algunos ex ministros de Aznar fueron citados a Nules para aclarar esos asuntillos, aunque prefirieron pudorosamente testificar por escrito.

Fabra se ha convertido ya en icono del conservadurismo más recalcitrante

Cinco años después, el llamado caso Fabra es un molesto legajo que los jueces de Nules se van sacudiendo de encima uno tras otro. Ya van ocho jueces y cuatro fiscales. Mientras tanto, al interfecto le ha tocado varias veces la lotería (millones de euros, ya ven) y, de paso, tuvo a bien atribuir a la madre del jefe de la oposición en la Diputación –Francesc Colomer– un oficio poco halagüeño. A lo mejor tiene razón él y, en ese caso, “hijo de puta” sería una frase habitual en boca de cualquier castellonense de buen linaje, y ser agraciado con la suerte de la loto es lo propio de todo multimillonario que dedique algunos eurillos a la cosa del azar. En caso de no tener razón, sin embargo, mentar la madre seguiría siendo algo muy feo –y más para todo un presidente de Diputación– y el truco de la lotería un sistema muy acreditado para, presuntamente, blanquear dinero.

Estatus de héroe

El episodio en que Fabra mentaba a la madre de Colomer originó un corolario divertido al tiempo que patético, cuando un equipo del programa Caiga quien caiga de La Sexta intentó entrevistarle durante el pleno que siguió al insulto. Ni que decir tiene que ni siquiera pudieron acercarse al presidente, protegido inopinadamente por una guardia de armarios del canal Intereconomía. Este episodio parece revelar que Fabra se ha convertido ya en un icono de los sectores del conservadurismo más recalcitrante y su impunidad judicial está a punto de granjearle el estatus de héroe para los que admiran la dureza, al tiempo en la mano y en el rostro.

Genio y figura, Carlos Fabra aguanta lo que le echen. Harán falta otros ocho jueces juntos para su caso y otros cinco años, si cabe, de suspense judicial. Sólo en ese momento, este “ciudadano ejemplar” dejará de sonreír bajo la sombra alargada de su nariz, aunque puede que ni siquiera entonces deje de rellenar distraídamente la bonoloto, contemplando la visión especular del retrato del agüelo pantorrilles.


Sep 25 2008

La ideología del libre mercado está lejos de su fin

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The Guardian/Znet/Rebelión [Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens]

Sea cual sea el significado de los eventos de esta semana, nadie debiera creer las afirmaciones exageradas de que la crisis del mercado representa la muerte de la ideología del “libre mercado.” La ideología del libre mercado ha servido siempre los intereses del capital, y su presencia sube y baja según su utilidad para esos intereses.

Durante los tiempos de la bonanza, es rentable predicar el laissez faire, porque un gobierno ausente permite que se inflen las burbujas especulativas. Cuando esas burbujas revientan, la ideología se convierte en un obstáculo, y se adormece mientras el gran gobierno parte al rescate. Pero tranquilizaos: la ideología volverá con toda su fuerza cuando los salvatajes hayan terminado. Las masivas deudas que el público está acumulando para rescatar a los especuladores pasarán entonces a formar parte de una crisis presupuestaria global que será la justificación para profundos recortes en programas sociales, y para un nuevo ímpetu para privatizar lo que queda del sector público. También nos dirán que nuestras esperanzas de un futuro verde son, lamentablemente, demasiado costosas.

Continúa leyendo “La ideología del libre mercado está lejos de su fin”


Sep 23 2008

Gigantes financieros: irán cayendo uno detrás de otro

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Juan Torres López*

“Esta crisis es el fruto de la falta de honradez de las
instituciones financieras y de la incompetencia de los políticos”

(Joseph Stglitz, Premio Nobel de Economía)

Es muy difícil que los ciudadanos normales, los que contamos como mucho con unos cuantos cientos de euros, nos demos cuenta del alcance real que está teniendo la crisis financiera y el desastre gigantesco que se está produciendo en los mercados.

Entre otras cosas, porque se están encargando de ocultarlo y, sobre todo, de disimular sus verdaderas causas.

Hemos perdido ya la cuenta de los grandes bancos, fondos de inversión o aseguradoras que han quebrado y de la cifra de los rescates que están pagando los bancos centrales y gobiernos para tratar de salvar a otros muchos.

Sólo en esta semana son cientos de miles de dólares los que se han volatilizado, los que las autoridades han tenido que poner a disposición de los mercados (quiero decir, de los grandes banqueros y financieros que son, en realidad los que tienen cabeza, sentimientos y, sobre todo, bolsillo y no los mercados, como se nos dice) para inyectar la liquidez que parece haber desaparecido por completo.

Los ciudadanos se preguntan qué está pasando y qué es lo que va a pasar, pero los medios de comunicación (la mayoría participados de modo determinante por los propios bancos) y los responsables gubernamentales apenas si se limitan a balbucear vaguedades y justificaciones abstractas que nada aclaran.

En realidad, lo que ha pasado es bastante simple.

Nuestro sistema económico se ha ido consolidando como un sistema financiarizado, porque la compra y venta de activos financieros, de papel, se ha convertido en la forma más fácil y rápida de obtener beneficios. Aunque también la más arriesgada y peligrosa.

Lo que ocurre es que para que eso haya sido posible ha resultado necesario expandir la generación de deuda hasta límites gigantescos.

Hasta hace unos decenios la deuda la generaban los bancos con el fin de crear más dinero con el que podían financiar nuevas actividades económicas productivas.

Hay que saber algo muy sencillo. Cuando Pedro le presta a Solbes 100 euros en metálico, la cantidad de dinero existente en la economía permanece inalterada. Pero cuando Pedro deposita su billete de 100 euros en el Botine’s Bank y luego éste presta a Solbes 80 euros, resulta que la cantidad de dinero existente en la economía aumenta en 80 euros. Es verdad que no varia la cantidad de dinero en metálico (100€), pero sí el llamado “dinero bancario” que Botine’s Bank acaba de crear (80€).

Es fácil entender el atractivo que tiene este aparentemente mágico negocio bancario: sólo recogiendo en un lado, depositando una parte y prestando a otro se obtiene un sabroso beneficio y, además, se crea dinero que no es un mero papel sino, sobre todo, un instrumento de poder y decisión.

Cuanta más deuda se crea, más beneficio y cuanto más beneficio, más deuda se demanda.

Pero si esto se hacía tradicionalmente para financiar la actividad económica, lo que ahora sucede es que el dinero bancario se utiliza para realizar operaciones financieras que nada tienen que ver con las productivas que crean riqueza y empleo.

Y la crisis actual se ha producido porque hemos llegado al paroxismo. Por un lado, la deuda creada alrededor del boom inmobiliario de Estados Unidos y en general en los demás países es ingente, excesiva e insostenible. Por otro, esa deuda está basada cada vez más en papeles de muy poco valor, muy opacos, tremendamente arriesgados, volátiles, y muchos de ellos literalmente sin valor, como las hipotecas de millones de personas que han dejado de pagarlas.

Como la multiplicación de todas esas operaciones en papeles tan arriesgados llevaba consigo un peligro muy grande, y como se trataba de inversiones que se hacían con cargo a los depósitos o ahorros de particulares y empresas, los bancos trataron de disimular el pantanal de riesgo en el que se estaban metiendo. Y lo hicieron con la complicidad de dos instituciones que se han mostrado como auténticas corresponsables de la crisis: las agencias de rating que alteraban la calificación real de esos valores para hacer creer que no tenían problema, y los bancos centrales, que dejaron hacer libremente sin intervenir, o incluso facilitando todo ello, como en el caso de Estados Unidos.

Pero el pastel estaba llamado a ser descubierto y se descubrió cuando uno detrás de otro los bancos no pudieron disimular por más tiempo sus inversiones en subprime, en paquetes de hipotecas sin valor, en fondos inmobiliarios que ya no tenían mercado, en burbujas que habían estallado o estaban a punto de hacerlo…

Comenzaron a quebrar o a hundirse uno detrás de otro y en esas estamos.

La procesión ha comenzado pero que nadie crea ni por asomo que se atisba su final. De hecho, en España ni siquiera ha comenzado, y es seguro que comenzarán a caer también.

Es seguro que van a seguir cayendo uno detrás de otro mientras que no se corte de raíz este proceso infernal de derivación financiera, de especulación desmedida, de descontrol de los capitales, de inversiones en burbujas…

Y es seguro que van a seguir cayendo mientras que los bancos centrales sigan haciendo lo que están haciendo: echar leña al fuego inyectando cada vez más dinero que no sirve sino para que las grandes financieras sigan haciendo lo único que saben hacer y que es lo que ha provocado la crisis.

Se ha llegado a una situación tan extrema que ya no cabe más solución que hacer mesa limpia, gobernar al dinero, domeñar a las finanzas, someter a los banqueros al poder de la democracia ciudadana, obligar a que la financiación esté al servicio de las empresas y los consumidores, prohibir el delito financiero continuado en paraísos y evasiones fiscales, imponer la transparencia y obligar a los ricos respeten también principios elementales de moralidad y equidad.

Pero los que están en el poder no dicen ni quieren hacer nada. Ni son conscientes de lo que han liado ni tienen la menor idea de por dónde empezar a cortar ni, por supuesto, tienen la valentía suficiente para decirle a los banqueros y financieros que han provocado todo esto que hasta aquí hemos llegado y que tienen que hacer frente al desaguisado.

Tendremos que decirlo los ciudadanos.

*Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada. Su web personal: www.juantorreslopez.com


Sep 21 2008

La semana en la que el capitalismo tampoco cambiará

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Ignacio Escolar

En estos días extraños en los que la patronal pide un paréntesis en el libre mercado, George Bush nacionaliza las pérdidas de la banca y el Gobierno comunista chino puja por comprar el único gran banco de inversión que aún no ha quebrado, ¿alguien sabe en qué cueva se esconde el Fondo Monetario Internacional (FMI)? En Corea del Sur se acuerdan mucho de él. Hace una década, durante la crisis de los tigres asiáticos, a finales de los 90, el FMI puso una condición innegociable para rescatar al país del terremoto financiero: que el gobierno no ayudase a los bancos y demás empresas al borde de la bancarrota. Decían los apóstoles del FMI que era mejor para la economía que esas compañías quebrasen porque así el ‘ajuste’ –ese eufemismo– sería mucho más rápido. Medicina neoliberal: la mejor manera de sanar al enfermo es matarlo para que su hijo ocupe pronto su lugar en la fábrica.

Ahora que el enfermo es Estados Unidos la receta es muy distinta. No es país para corralitos. “Está muy bien decir ‘dejen que el sistema financiero siga, que consiga su equilibrio’ (…) pero cuando se enfrentan ataques especulativos, los precios se pulverizan y parece que las grandes corporaciones van a colapsar, es natural que el gobierno intervenga y diga ‘no podemos dejar que esto suceda”, argumenta ahora Raghuram Rajan, ex economista jefe del FMI. Y así, como lo más natural del mundo, el país donde supuestamente mejor funciona el mercado descubre que la mano incorrupta y milagrosa de Adam Smith, de tan invisible, ni está ni se la espera. “La intervención del Gobierno era esencial, dado el precario estado de los mercados”, explica George Bush, presidente de los Estados Socialistas de América.

Entre los 700.000 millones de dólares de este último empujón y lo que ya llevan gastado en los demás ‘rescates’, la factura ya ronda los dos billones de dólares; cerca del 15% del PIB anual estadounidense. Es probable que esta losa –un nuevo éxito para los libros de historia de la era neocon de Bush– agudice aún más otro proceso que ya está en marcha: la decadencia del imperio americano, el fin de la hegemonía unilateral de la que disfruta EEUU desde la caída del muro de Berlín. ¿Será también el fin del capitalismo tal y como lo conocemos? ¿Aprenderá el mundo de sus errores? ¿Nacerá de estas cenizas un nuevo modelo económico donde el libre mercado sea un método y no un fin? Por desgracia, la respuesta es no.

Hay una viñeta de Tintín que describe muy bien qué ha sucedido en los mercados financieros durante los últimos años. Es uno de los gags de “Aterrizaje en la Luna”. Tintín avisa a la tripulación, que flota ingrávida, de que en pocos segundos el cohete entrará dentro del campo de gravedad de la Tierra. “Sujetaos a algo”, grita Tintín. Y los inefables detectives Hernández y Fernández obedecen. Hernández se agarra a Fernández. Fernández se aferra a Hernández. Y, cuando la gravedad regresa, ambos se van al suelo.

La explosión de la burbuja inmobiliaria ha recordado al mercado la manzana de Newton: que lo que sube tiene que bajar. “Hemos llevado al capitalismo a su perfección, hemos acabado con el riesgo”, presumía hace unos años un bróker de la City londinense. El invento, sobre el papel, parecía bueno. El riesgo también se puede vender, y sobre eso se desarrolló el capitalismo abstracto sobre el que se levantaba el castillo de naipes que ahora se ha desmoronado. Doy hipotecas a los que no las pueden pagar, al tiempo que emito un bono (con una rentabilidad menor que el tipo de interés que cobro al hipotecado) que me permita recuperar el dinero lo antes posible y así volverlo a prestar otra vez. Esos bonos de cobro dudoso, los de las hipotecas de los pobres, quedan en teoría compensados por otros más seguros, los de las hipotecas de la clase media. Se mezcla el chóped con el jamón y así el riesgo desaparece; la banca siempre gana y los pisos nunca bajan de precio. Con esa misma fórmula, repetida mil veces, el riesgo se coló en la máquina y ascendió más y más hasta el corazón de las finanzas. Por el camino, una serie de vigilantes privados a sueldo del vigilado (que alguien pruebe ese mismo método en las cárceles, a ver qué tal) certifican que el enfermo goza de buena salud. Todo va bien mientras gira el carrusel. Todo va bien hasta que vuelve la ley de la gravedad –los hipotecados dejan de pagar, primero los pobres pero después también la clase media– y la banca se estrella contra el suelo mientras se pregunta qué paso, si no había riesgo posible. Si AIG Hernández sujetaba a Lehman Brothers Fernández. Y viceversa.

En realidad, ni siquiera es un invento nuevo. Ya pasó otra vez hace poco más de 20 años, en el crash de 1987. En aquella ocasión, los bonos basura –que era como se llamaba a esos bonos de alto riesgo- fueron también una de las causas que llevaron a Wall Street a su lunes negro, el 19 de octubre de 1987: la mayor caída de la bolsa desde 1929. En aquel momento, igual que ahora, se habló de nuevos controles más estrictos para evitar los excesos del capitalismo abstracto. Entonces, igual que ahora, se decía que el mercado había aprendido la lección, que el crash serviría de vacuna para la siguiente fiebre. Es obvio decir que de poco valió.

El capitalismo no es malo, lo han dibujado así. Es el peor sistema económico posible, a excepción de todos los demás. Sí, el mercado libre es la fuerza más poderosa de la galaxia, la búsqueda egoísta de la rentabilidad mueve el mundo, para lo bueno y para lo malo. Pero su voracidad es tan grande que siempre encuentra el camino para sortear –o desmantelar, a través de esa subespecie del poder económico llamada poder político– las regulaciones con las que sus víctimas intentan defenderse de sus excesos. Cada dos o tres décadas, más o menos, el mercado se olvida de que también es mortal, el cielo financiero se desploma sobre nuestras cabezas y hay que ceder al chantaje y pagar con los impuestos los errores de los bancos porque la alternativa es aún peor. Cada dos o tres décadas, la intervención del Estado demuestra ser la única vacuna para salvar al capitalismo de su avaricia caníbal. Cada dos o tres décadas, el libre mercado recuerda, por las malas, que hasta los deportes más agresivos necesitan un árbitro. Y entonces todo cambia para que todo siga igual.


Sep 19 2008

La opinión de Iñaki Gabilondo

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Lo destacaba el martes pasado y parece que no fue más que la primera de la serie:

La Opinión de Gabilondo: 15 de septiembre

El capitalismo salvaje, el de los beneficios locos, el gran superpoder triunfante, ha explotado.

“El gran globo financiero se ha pinchado. El capitalismo salvaje, el de los beneficios locos, el gran superpoder triunfante, ha explotado. Un poder autónomo, sin control democrático alguno, que amasó inmensas fortunas, que especuló sin freno y con riesgos insensatos y ahora pide socorro al dinero público para salvarse. Su ambición, su bulimia irrefrenable está destrozando nuestros ahorros, disparando nuestras hipotecas y pulverizando nuestros puestos de trabajo. Pero ninguna representación de esas grandes corporaciones, ni de las instituciones que los agrupan, se cree en la obligación de dar explicaciones públicas. Se sienten técnicamente en apuros, pero no perciben el más mínimo reproche social, y no lo perciben porque, sencillamente, no existe ningún reproche. Ni siquiera son frecuentes los comentarios periodísticos críticos, exigentes. Todo se detiene en el plano político nacional, cada país dispone, como chivos expiatorios, de sus gobiernos. Ahí, en los pecados de nuestros gobernantes, se acaba todo. Denunciamos sus errores de previsión y ni se nos ocurre juzgar los colosales errores de cálculo de los gigantes mundiales de las finanzas. Cada día es más claro, y más desalentador, que la democracia es solo la apariencia del poder, con poquísimos márgenes de maniobra, un rompeolas en el que revientan las iras ciudadanas y la soberanía popular, el juguete que se regala a los niños para que se entretengan. Muy por encima, impune e inmune, se mueve el verdadero poder, irresponsablemente. ¿Aprenderemos algo?, no es probable.”

La Opinión de Gabilondo: 16 de septiembre

Sabemos que la crisis económica es grave y que más grave aún es el pánico a la crisis, y que debemos mantener la calma y confiar. Pero, ¿en quién confiar?

“Seguimos en pleno desconcierto, cercados por rumores de todo tipo. Sabemos que la crisis económica es grave y que más grave aún es el pánico a la crisis, y que debemos mantener la calma y confiar. Pero, ¿en quién confiar? Los presuntos expertos han resultado no saber nada y el gran mundo de las finanzas se ha revelado como una gigantesca sombra, de visibilidad nula. Las compañías financieras con más prestigio jugaban a la ruleta rusa con el dinero del mundo y estaban dirigidas por pilotos suicidas. La ceguera de los Alan Greenspan y de los demás vigilantes de la playa ha resultado total. ¿En quién confiamos?, ¿en los bancos que aún flotan y que no se fían los unos de los otros?, ¿en nuestros gobernantes, desbordados y desconcertados?, ¿en el banco de España, que no ha dicho ni pío? Hemos repasado los comentarios de los principales analistas de todo el mundo y hemos extraído estas tres ideas: la optimista, del Premio Nobel Joseph Stiglitz: el crash se controlará, que se haya dejado caer a Lehman Brothers es una lección que nadie olvidará, ahora ya se sabe que los pecados se pagan y que el Estado no siempre viene al rescate; la pesimista, Michel Lepinay, en Paris Normandie: no hay nada que hacer, nadie controlará nada, los operadores tardarán un poco en recuperarse y volverán a las andadas, en el camino quedarán millones de víctimas; finalmente, la reflexión del gran gurú Jacques Attali: “en cada mutación mayor de la historia, una región del mundo toma el poder y reemplaza a otra. No ocurrirá mañana, pero China e India emergen de forma irresistible y los Estados Unidos han demostrado no saber leer sus problemas.”

La Opinión de Gabilondo: 17 de septiembre

Las actuaciones públicas de rescate se suceden; pero los mercados son un manicomio y la desconfianza se ha instalado en el sistema.

“El nerviosismo financiero no se detiene. Las actuaciones públicas de rescate se suceden pero los mercados son un manicomio, la desconfianza se ha instalado en el sistema. En estas circunstancias es ridículo seguir creyendo que estamos ante una mala racha, que acabará y que regresaremos -con más o menos moratones- a la situación anterior. Tal cosa es imposible, para empezar, porque cuando se sale de un túnel nunca se está en el lugar en el que se entró sino en otro distinto y, para continuar, porque el modelo económico vigente ha fracasado. Sí, ha fracasado, ¿cabe fracaso mayor del liberalismo que estas nacionalizaciones de los gigantes financieros, en los mismísimos Estados Unidos? Se está desplomando como se desplomó el comunismo en 1989. Bearn Sterns, Fannie Mae, Freddie Mac, AIG, son como pedruscos derribados del Muro de Berlín liberal. Hoy, aquí, en España, el presidente de la CEOE ha dicho -agárrense- que debería “hacerse un paréntesis en la economía de libre mercado”. Sí, han oído bien. En fin, estamos ante un fin de trayecto, no dimos la importancia debida a los síntomas que anunciaban la locura, el pinchazo de la burbuja tecnológica en el año 2000, el caso Enron. Especulación, humo, voracidad… el pensamiento dominante, crecer y crecer hasta el infinito, no está en las leyes de la realidad, ni en las de la física, pero es el primer dogma de nuestra economía. Pues bien, se acabó, así que no importa tanto cuándo saldremos del túnel, sino donde estaremos y hacia dónde nos tendremos que dirigir. Esta crisis es mucho más que económica y no se podrá encerrar entre paréntesis para volver atrás.”

La Opinión de Gabilondo: 18 de septiembre

Las cabezas más lucidas del periodismo mundial siguen estupefactas ante la magnitud de la catástrofe y ante las nacionalizaciones que han resultado la única solución.

“Las imágenes que esta tarde ha difundido la pagina web del diario El País, correspondientes al momento exacto del accidente del avión de Spanair, son el hecho informativo más sobresaliente del día, y a él nos dirigiremos en un instante. Antes, una nota sobre la crisis financiera, que hoy parece tomarse un pequeño respiro pero que nadie da por acabada, ni mucho menos. Las cabezas más lucidas del periodismo mundial siguen estupefactas ante la magnitud de la catástrofe y ante las nacionalizaciones que han resultado la única solución, pero ya hoy observamos un pequeño giro. Empiezan a pedirse explicaciones, y con mucha dureza. No sirve el reproche genérico de “voracidad, avaricia, malas prácticas, excesos” y aparecen acusaciones con nombres y cifras. Y en periódicos nada amarillos (Le monde, New York Times, The guardian…). Ejemplo, Stanley O’neill, presidente de Merrill Lynch desde 2003 y que fue despedido en octubre pasado con la módica gratificación de 160 millones de dólares (unos 18.000 millones de pesetas). O Martin Sullivan, director general de AIG, empresa que ha tenido que ser nacionalizada, y que se retiró hace tres meses con un cheque de 68 millones. O lo más sangrante, el año pasado, 2007, a pesar de la crisis de las subprimes, los bonus obsequiados por cinco primeros bancos de los Estados Unidos a sus ejecutivos alcanzó la monumental cifra de 66.000 millones de dólares. Así que nuevos controles, sí, reflexiones sobre sistemas y modelos, sí, pero se piden investigaciones a fondo, y explicaciones a personas y a instituciones. ¿Qué ha estado haciendo el fondo monetario internacional?”


Sep 18 2008

Fabra Corleone en Proteste Ya

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Ayer se emitió por fin el Proteste Ya sobre Fabra y aquí os dejo con el vídeo para quien no haya podido verlo todavía o para quien quiera verlo otra vez. Por cierto, nuestro excelentísimo Alcalde (que le guste o no forma parte de los que sustentan a este tipo en el cargo) parece que no saber dónde meterse (minuto 4′47” parte 2)

parte 1

parte 2


Sep 17 2008

Docenas de miles de millones para salvar a los bancos; nada para salvar a las personas

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Juan Torres López*

El Banco Central Europeo acaba de inyectar docenas de miles de millones de euros en los mercados para salvar a los bancos. Solo 70.000 millones en un solo día, y muchos más en los anteriores y siguientes. La Reserva Federal ha hecho exactamente igual: llegó a inyectar 50.000 millones de dólares en una jornada, y tamben otros muchos miles de millones de recursos públicos para hacerse cargo de las pérdidas de bancos en quiebra o para refinanciar a otros que están hasta el cuello como consecuencia de sus operaciones arriesgadísimas.

Es verdad que estos bancos centrales no ponen dinero a disposición libre de los bancos en crisis, sino que lo que hacen es proporcionar financiación, la mayoría de las veces a través de fórmulas muy sofisticadas, que en realidad no suponen que aumente la disposición efectiva de dinero de quien lo recibe. Pero, en cualquier caso, estas inyecciones de liquidez en los mercados suponen una válvula de escape para los bancos, que gracias a ello pueden seguir realizando sus operaciones habituales y, en consecuencia, continuar obteniendo nuevos y más altos beneficios.

Se trata de operaciones que solo agravan el problema. En primer lugar, porque lo que hacen los bancos con esa liquidez es continuar con lo que hoy día saben y les conviene hacer: especular con productos financieros muy arriesgados (como las hipotecas subprime o los “paquetes” compuestos con ellas) que son los que han provocado la crisis. Y, en segundo lugar, porque así no abordan la cuestión de fondo fundamental: acabar de una vez con la regulación tramposa que ha permitido que las finanzas internacionales sean un auténtico espacio opaco de chanchullos, de engaños, de corrupción, de opacidad y de riesgo extraordinario aunque muy rentable para los bancos y especuladores.

Estas dos circunstancias son las que permiten afirmar sin ningún género de dudas que los bancos centrales han sido, primero, corresponsables de la crisis (por haber establecido la regulación que ha permitido que pase lo que ha pasado); luego, cómplices de los bancos que han llevado a cabo las operaciones que han provocado la crisis (por hacer oídos sordos a las demandas de intervención que se se han hecho para evitar las corruptelas y el riesgo); y, a la postre, pirómanos metidos a bomberos (por aplicar políticas y tomar decisiones que no hacen sino alimentar la crisis que dicen abordar).

Por todo ello, los bancos centrales, sometidos como hoy día lo están a la ideología ciega de los neoliberales que los gobiernan, se han convertido en unas instituciones verdaderamente negativas y peligrosas para la estabilidad de la economía mundial. Pero no solo por esas razones.

Hay que tener muy poca vergüenza, una falta de sensibilidad infinita y un cinismo visceral para estar haciendo todo eso para favorecer a los bancos propiedad de los más ricos del mundo y, al mismo tiempo, no tener más discurso que demandar salarios más bajos y austeridad para los que menos tienen. Y, por supuesto, hay que tener una sangre muy especial para ser capaces de estar proporcionando a los mercados bancarios cientos de miles de millones de dólares de financiación privilegiada y no tener ni un miserable euro, ni un podrido dólar para ponerlo a disposición de los 900 millones de hambrientos del planeta, de las poblaciones pobres de Haití, de Cuba que padecen los destrozos de los huracanes o de otros países que pasan sufrimientos de todo tipo.

Tienen todo el poder y el dinero, pero carecen de la generosidad y de la sensibilidad que diferencia a los seres humanos de los animales. Son eso, animales programados solamente para ganar dinero: dispuestos a darlo todo para salvar a los bancos, pero incapaces de dar nada para salvar a las personas.

Lo que está pasando en nuestro planeta es realmente increíble: los organismos internacionales, las ONG, miles y miles de personas reclamamos solidaridad, ayuda, cooperación, un reparto más equitativo de la riqueza, sensibilidad ante e sufrimiento ajeno. Y los gobiernos y los bancos siempre dicen lo mismo: que no hay dinero, que hay que recortar gastos, que no es bueno que los estados intervengan… Lo contrario de lo que hacen cuando los necesitados son los ricos. Entonces, todo es ayuda y los discursos de antes se olvidan.

Un discurso cínico y criminal contra el que es preciso que los ciudadanos nos rebelemos de la manera que sea con toda nuestra fuerza.

*Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada. Su web personal: www.juantorreslopez.com


Sep 16 2008

y mañana en CQC: Fabra… hay que decirlo más

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hay que decirlo más…


Sep 16 2008

Gabilondo opina sobre la crisis

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En muy pocas ocasiones uno se sorprende por opiniones que parecen salirse del guión que marcan los grandes medios de comunicación; más aún que esas opiniones se emitan en horarios de máxima audiencia y que se les dé un tratamiento especialmente destacado. Ésta parece ser una de esas extrañas ocasiones. Aún así, como dice el mismo Iñaki: “¿Aprenderemos algo?, no es probable.” Y éso es precisamente lo que esperan que hagamos: nada! Yo no creo que se trate de aprender nada, pienso que ya todos sabemos -aunque nos neguemos a verlo- que esto no se aguanta por ningún lado, que es cuestión de tiempo que se vaya todo al garete y nosotros con ellos: meros daños colaterales. No hay que aprender nada que no sepamos ya, solo hay que reaccionar; actuar en consecuencia y empezar a cambiar las cosas sin dejar pasar un segundo más!

“El gran globo financiero se ha pinchado. El capitalismo salvaje, el de los beneficios locos, el gran superpoder triunfante, ha explotado. Un poder autónomo, sin control democrático alguno, que amasó inmensas fortunas, que especuló sin freno y con riesgos insensatos y ahora pide socorro al dinero público para salvarse. Su ambición, su bulimia irrefrenable está destrozando nuestros ahorros, disparando nuestras hipotecas y pulverizando nuestros puestos de trabajo. Pero ninguna representación de esas grandes corporaciones, ni de las instituciones que los agrupan, se cree en la obligación de dar explicaciones públicas. Se sienten técnicamente en apuros, pero no perciben el más mínimo reproche social, y no lo perciben porque, sencillamente, no existe ningún reproche. Ni siquiera son frecuentes los comentarios periodísticos críticos, exigentes. Todo se detiene en el plano político nacional, cada país dispone, como chivos expiatorios, de sus gobiernos. Ahí, en los pecados de nuestros gobernantes, se acaba todo. Denunciamos sus errores de previsión y ni se nos ocurre juzgar los colosales errores de cálculo de los gigantes mundiales de las finanzas. Cada día es más claro, y más desalentador, que la democracia es solo la apariencia del poder, con poquísimos márgenes de maniobra, un rompeolas en el que revientan las iras ciudadanas y la soberanía popular, el juguete que se regala a los niños para que se entretengan. Muy por encima, impune e inmune, se mueve el verdadero poder, irresponsablemente. ¿Aprenderemos algo?, no es probable.”


Sep 09 2008

Cuando gano es para mí, si pierdo vamos a medias

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[visto en Escolar.net]

El capitalismo liberal estadounidense funciona así: los beneficios son privados; las pérdidas se pagan a escote. Cuando me va bien, que el Estado no se meta de por medio. Cuando me va mal, que venga el Estado a salvarme. Si una familia no puede pagar la hipoteca, el banco se queda con su casa. Cuando son los bancos los que no pueden pagar su castillo de naipes con las hipotecas, otra vez son las familias las que pagan el pato. ¿No cobraban intereses porque asumían riesgos? Pues ya se ve. Una de dos: o ellos ganan o tú pierdes.

Dicen los técnicos que no quedaba otro remedio, que la solución adoptada es el mal menor, que sale más barato pagar ahora que apechugar con un descalabro más grande. Las bolsas lo celebran, y no es de extrañar. Una vez más, el Estado cede al chantaje de la mano invisible, esa que sólo se ve cuando te abofetea.



Fòrum ciutadà d'Alcalà-Alcossebre