Ago 30 2009

Capitalismo estilo Sarah Palin

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Naomi Klein [La Jornada]

Estamos en una época progresista, una época en la cual el suelo se mueve debajo de nuestros pies, y cualquier cosa es posible. Lo que hace un año considerábamos que era inimaginable decir y esperar, ahora es posible. En tiempos como éstos, es esencial que tengamos la mayor claridad posible acerca de qué queremos, porque en una de esas lo conseguimos. Así que las apuestas son elevadas.Hoy en día, en los discursos normalmente hablo sobre el rescate (bancario). Todos necesitamos entenderlo porque se está llevando a cabo un robo, el mayor atraco en la historia monetaria. Pero hoy quisiera abordarlo de otro modo: ¿qué tal que el rescate sí funcione, qué tal que sí salvan al sector financiero y la economía regresa al curso que llevaba antes de que estallara la crisis? ¿Es eso lo que queremos? ¿Y cómo se vería ese mundo?La respuesta es que se vería como Sarah Palin. Escuchen mis argumentos, no es un chiste. Creo que no hemos prestado suficiente atención al significado del momento Palin. Piénsenlo: Se subió al escenario mundial como candidata vicepresidencial el 29 de agosto, con mucha fanfarria, en un mitin de campaña de McCain. Exactamente dos semanas después, el 14 de septiembre, Lehman Brothers colapsó, y desencadenó el derrumbe financiero global.Así que de cierta manera Palin fue la última expresión clara del capitalismo-de-más-de-lo-mismo antes de que todo se viniera abajo. Eso es bastante útil porque nos mostró –a su manera, llana, campechana– la trayectoria por la cual iba la economía estadunidense antes del actual colapso. Al ofrecernos este vistazo al futuro que apenas evitamos, Palin nos da la oportunidad de plantear una pregunta esencial: ¿Queremos ir ahí? ¿Queremos salvar ese sistema pre crisis, regresarlo a donde estaba el pasado septiembre? ¿O queremos utilizar esta crisis y el mandato electoral de hacer un cambio en serio que se obtuvo en la pasada elección, para transformar radicalmente ese sistema? Ya debemos tener clara nuestra respuesta porque no hemos tenido la potente combinación de una crisis seria y un claro mandato democrático progresista por un cambio desde los años 30. Usamos esta oportunidad o la perdemos.

Así que, ¿qué nos estaba diciendo Sarah Palin acerca del capitalismo-de-más-de-lo-mismo antes de que el colapso la interrumpiera de modo tan grosero? Primero recordemos que antes de que llegara, el público estadunidense, al fin, estaba comenzando a aceptar la urgencia de la crisis climática, el hecho de que nuestra actividad económica está en guerra contra el planeta, que hace falta de inmediato un cambio radical. De verdad estábamos teniendo esa conversación: los osos polares estaban en la cubierta de la revista Newsweek. Y luego, hizo su aparición Sarah Palin. La esencia de su mensaje fue: esos ecologistas, esos liberales, esos hacedores-de-bien están equivocados. No tienes que cambiar nada. No tienes que repensar nada. Sigue conduciendo tu coche que se chupa la gasolina, sigue yendo a Wal-Mart y compra todo lo que quieras. La razón de esto es un lugar mágico llamado Alaska. Simplemente vengan y llévense todo lo que quieran. Estadunidenses, dijo durante la Convención Nacional Republicana, “necesitamos producir más de nuestro propio petróleo y gasolina. Se los dice una chica que conoce el North Slope of Alaska: tenemos un montón de ambos”.

Y la gente en la convención respondió, coree y coree: Taladra, nena, taladra. Al mirar esa escena en televisión, con esa extraña y espeluznante mezcla de sexo, petróleo y patrioterismo, recuerdo haber pensado: Guau, la convención se transformó en un mitin en favor de chingarse al planeta Tierra. Literalmente.

Pero lo que Palin decía implicaba algo que forma parte del mismísimo ADN del capitalismo: la idea de que el mundo no tiene límites. Lo que decía implicaba que no hay tal cosa como consecuencias o déficits en el mundo real. Porque siempre habrá otra frontera, otra Alaska, otra burbuja. Simplemente sigue adelante y descúbrelo. El mañana nunca llega.

Ésta es la mentira más reconfortante y peligrosa: la mentira de que el crecimiento perpetuo y sinfín es posible en nuestro planeta finito. Y tenemos que recordar que este mensaje fue increíblemente popular en esas primeras dos semanas, antes de que Lehman colapsara. A pesar del historial de Bush, Palin y McCain tomaban la delantera. Y si no hubiera sido por la crisis financiera y por el hecho de que Obama comenzó a hacer conexión con los votantes de la clase trabajadora al poner en el banquillo de los acusados la desregulación y la economía de goteo (de arriba hacia abajo), quizá habrían ganado.

El presidente nos dice que quiere mirar hacia delante, no hacia atrás. Pero para poder confrontar la mentira del crecimiento perpetuo y la abundancia sin límite que está en el centro de las crisis del medio ambiente y financiera, tenemos que mirar hacia atrás. Y tenemos que mirar muy atrás, no sólo a los pasados ocho años de Bush y Cheney, sino a la fundación misma de este país, a la idea del estado de colonos.

El capitalismo moderno nació con el llamado descubrimiento de las Américas. El pillaje de los increíbles recursos naturales de las Américas generó el exceso de capital que hizo posible la revolución industrial. Los primeros exploradores hablaron de esta tierra como la Nueva Jerusalén, una tierra con una abundancia sin fondo, ahí para ser tomada, tan vasta que el pillaje nunca tendría que terminar. Esta mitología está en nuestras historias bíblicas –de inundaciones y comienzos nuevos, de éxtasis y rescates– y está en el centro del sueño americano de la constante reinvención. Este mito nos dice que no tenemos por qué vivir con nuestros pasados, con las consecuencias de nuestras acciones. Siempre podemos escapar, comenzar de nuevo.

Claro, estas historias siempre fueron peligrosas para la gente que ya vivía en las tierras descubiertas, para la gente que la trabajaba como mano de obra forzada. Pero ahora el planeta nos dice que ya no podemos darnos el lujo de estas historias de eternos nuevos comienzos. Por eso es tan significativo que justo en el momento en el cual cobró vida cierto instinto de supervivencia humana y finalmente parecía que aceptábamos que la Tierra tiene límites naturales, llegó Palin, la nueva y reluciente encarnación de la mujer colonialista del territorio salvaje: vengan a Alaska. Siempre hay más. No piensen, nomás tomen.

Esto no se trata sobre Sarah Palin. Es sobre el significado de este mito del constante descubrimiento, y lo que nos dice sobre el sistema económico en el que gastan billones de dólares para salvar. Lo que nos dice es que el capitalismo, si se le deja, nos empujará más lejos del punto del cual el clima se pueda recuperar. Y, a toda costa, el capitalismo evitará una seria rendición de cuentas, ya sea de sus deudas financieras o sus deudas relacionadas con el medio ambiente. Porque siempre hay más. Un nuevo y rápido arreglo. Una nueva frontera.

Ese mensaje se lo compraban, como siempre ocurre. Fue sólo cuando la bolsa de valores se derrumbó que la gente dijo: Quizá Sarah Palin no sea una buena idea esta vez. Vayámonos con el tipo inteligente para surcar la crisis.

Casi siento que nos dieron una última oportunidad, una especie de aplazamiento. Trato de no ser apocalíptica, pero los textos científicos sobre el calentamiento global que leo, asustan. Esta crisis económica, tan terrible como es, nos jaló del precipicio ecológico del cual estábamos a punto de salir volando con Sarah Palin y nos dio un poquito de tiempo y espacio para cambiar el curso que llevábamos. Y creo que es significativo que cuando pegó la crisis hubo casi una sensación de alivio, como si la gente supiera que estaba viviendo más allá de sus posibilidades económicas y los hubieran cachado. De pronto teníamos permiso para hacer cosas juntos más allá de ir de compras, y eso resonó profundamente.

Pero no estamos libres del mito. La intencionada ceguera que Sarah Palin representa tan bien, está incrustada en la manera en que Washington responde a la crisis financiera. Hay una total negación a ver qué tan mal está la cosa. Washington prefiere aventar billones de dólares en un hoyo negro en vez de averiguar qué tan profundo está. Así de intencionado es el deseo de no saber.

Y vemos muchas otras señales de que la vieja lógica vuelve. Los salarios de Wall Street regresaron casi a los niveles de 2007. Hay cierta electricidad en las afirmaciones de que la bolsa de valores repunta. ¿Podemos dejar de sentirnos culpables?, prácticamente puedes escuchar que preguntan los comentaristas en televisión por cable. ¿Ya regresó la burbuja?

Y quizá tengan razón. Esta crisis no va a matar al capitalismo o siquiera cambiarlo sustancialmente. Sin una enorme presión popular en favor de la reforma estructural, se comprobará que la crisis sólo fue un muy doloroso ajuste. El resultado será una desigualdad aún mayor que la anterior a la crisis. Porque está muy, muy difícil que todas las millones de personas que perdieron su empleo y su hogar los vayan a recuperar. Y la capacidad manufacturera es muy difícil de reconstruir una vez que ha sido subastada.

Es apropiado llamar a esto un rescate. Los mercados financieros son rescatados para evitar que el barco del capitalismo financiero se hunda, pero no están sacando agua. Sino gente. Son personas las que avientan por la borda en nombre de la estabilización. El resultado será un navío más angosto y más mezquino. Mucho más mezquino. Porque una profunda desigualdad –los super ricos viviendo al lado de los económicamente desesperados– requiere de un endurecimiento de los corazones. Necesitamos creer que somos superiores a aquellos que son excluidos para tolerar la situación. Así que este es el sistema que están salvando: el mismo, sólo que más mezquino.

Y la pregunta que enfrentamos es: ¿nuestro trabajo debería ser rescatar este barco, el mayor barco pirata que jamás existió, o hundirlo y remplazarlo con una barca más sólida, una con espacio para todos? Una que no necesite de estas purgas rituales, durante las cuales aventamos por la borda a nuestros amigos y vecinos para salvar a las personas que viajan en primera clase. Una que comprenda que la Tierra no tiene la capacidad como para que todos vivamos mejor y mejor. Pero sí tiene la capacidad, como recientemente dijo el presidente boliviano Evo Morales, en Naciones Unidas, para que todos vivamos bien.

Porque, no se equivoquen: el capitalismo estará de regreso. Y el mismo mensaje regresará, aunque quizá haya alguien nuevo vendiéndolo: no necesitas cambiar. Sigue consumiendo todo lo que quieras. Hay bastante más. Taladra, nena, taladra. Quizá haya alguna solución tecnológica que haga que desaparezcan todos nuestros problemas.

Y por eso, ahora debemos ser absolutamente claros. El capitalismo puede sobrevivir esta crisis. Pero el mundo no puede sobrevivir otra vuelta del capitalismo.

Copyright 2009 Naomi Klein.

El texto es una adaptación de un discurso pronunciado el 2 de mayo de 2009, en la conferencia del centenario de la revista The Progressive y publicado en la edición de agosto de 2009.

Traducción: Tania Molina Ramírez.


Jul 01 2009

Deporte y esclavitud

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Santiago Alba Rico [Rebelión]

El hombre se distingue de los animales por dos rasgos fundamentales: porque tiene la inteligencia en las manos y en los pies, y no en los dientes, y porque se mueve en el espacio exterior, y no en el interior de su especie. El placer elemental del deporte, y del juego en general, tiene que ver con el dibujo de figuras -con el dibujo del aire mismo- mediante la movilidad de los cuerpos y el intercambio de enlaces redondos entre ellos. La pelota, como el buril o las pinzas, revela la destreza (y ezquerdeza) de nuestras extremidades. La pelota, como la voz, como los signos escritos, une y separa dos cuerpos, pero no dice nada; sólo habla precisamente de esta unión y de esta separación; traza y afirma el milagro de la distancia. Antes de las rivalidades, las filiaciones y las marcas, está la belleza inútil que las hace posibles: la delimitación del campo, la felicidad euclidiana de los triángulos, el erotismo objetivo de las parábolas, la comparecencia de un segmento líquido entre dos cuerpos. El balón no es un objeto de disputa sino un lápiz; y la red que lo retiene, cuando traspasa el palo, es la revelación cromática de la perspectiva. ¿Qué produce un partido de fútbol? Ni trigo ni hierro ni lana. Produce -anchura, altura, profundidad- imágenes del espacio.

En la antigüedad los hombres tenían cuerpo y alma, y exponían uno mientras trataban de proteger y salvar la otra. Ahora tienen cuerpo e imagen, que es algo así como su alma por fuera. Sagrada para la mayor parte de las culturas, la “figura” ha hecho siempre visible el espíritu, borroso dentro de la carne, de manera que no sólo Dios se materializaba en ciertas imágenes convencionales sino que la dignidad misma del hombre se concentra, y se vulnera, a la altura del rostro, donde la personalidad adquiere una forma individual irreemplazable. El milagro de la fotografía ha conseguido no sólo exteriorizar definitivamente el alma sino además reproducirla, al menos potencialmente, hasta el infinito, en innumerables copias que acaban siendo más verdaderas que el original mismo. Ahora el dólar no está respaldado por el oro y la figura no está respaldada por el cuerpo. El alma puede revelarse y brillar en todas partes, para todos los hombres por igual; puede vulnerarse y degradarse también en todas partes, la de todos los hombres por igual.

Una economía imaginaria es sobre todo una economía que manipula, multiplica, comercializa las imágenes. El mercado capitalista ha conseguido combinar y corromper estas dos maravillas: compra y vende la tridimensionalidad del mundo, que es patrimonio de todos, y compra y vende las almas fotográficas, depósito de la dignidad humana. El resultado es ese gran negocio que seguimos llamando en Europa, por una singular homonimia, deporte. Un informe elaborado por la consultora internacional Deloitte & Touche, División Corporate Finance, asegura que el fútbol mueve todos los años más de 500.000 millones de dólares, tres veces el PIB de la Argentina. ¿De dónde sale tanto dinero? De los derechos de televisión y de los derechos de imagen de los jugadores; es decir, del monopolio de la geometría de Euclides y de la multiplicación de las almas de los deportistas; de la privatización de la anchura, la longitud, la profundidad -como dimensiones del espacio- y del robo ignominioso de la visibilidad humana. Unas pocas empresas -clubes deportivos y firmas de marketing- se han apoderado, por así decirlo, de todos los huecos y todas las esferas y han secuestrado todas las miradas.

Hace dos semanas vendieron en Europa a un esclavo llamado Cristiano Ronaldo. En uno de sus libros, Fernando Ortiz incluye los precios de los esclavos negros en 1790, según anunciaban sus dueños en un periódico de La Habana: una negra de 24 años, robusta y sana, sin tachas ni enfermedades, podía costar 300 pesos; un “negrito retinto, criollo, de 16 años, sano y listo” 500; una buena cocinera, “humilde u fiel, sana y sin tacha”, hasta 950. Al Real Madrid -multinacional del deporte imaginario- el esclavo Cristiano Ronaldo le ha costado 94 millones de euros; es decir, 130 millones de dólares. Es el récord. Zidane había costado 76 millones; Kaká 66; Figo 61; Buffon 47. Dicen que Cristiano Ronaldo juega bien al fútbol y mete muchos goles. No sé si un gol vale algo más que el placer muy grande de meterlo y el no menor de verlo meter, pero a ese precio yo exigiría al esclavo Ronaldo que metiese al menos dos millones de goles en los próximos tres años. Ahora bien, es que el Real Madrid no lo ha comprado para eso; no ha comprado la inteligencia de sus pies ni su talento para excavar anchuras imposibles. De ahí no podría jamás extraer ningún valor añadido, ninguna ganancia adicional. Ha comprado todas sus posturas, todos sus gestos, todas sus miradas, todas sus muecas, todos sus besos, todos sus placeres, todas sus figuras; ha comprado la forma de su cuerpo, y todas sus comparecencias públicas, con todas las copias y reproducciones que de ellas se puedan hacer. El real Madrid lo ha comprado infinitas veces y por lo tanto lo ha comprado muy barato. El esclavo Ronaldo se ha vendido infinitas veces y para celebrarlo se ha ido a Los Angeles y en un club de Hollywood, en una sola noche, se ha gastado 17.000 euros (25.000 dólares) en alcohol.

Los otros equipos de fútbol han acusado al Real Madrid de “dinamitar el mercado” y provocar una “inflación” en el precio de los esclavos. Algunas personas sensibles, por su parte, han recordado todas las vidas que podrían salvarse con esa obscena cantidad de dinero. A mí, personalmente, más que la cifra sideral despilfarrada -y que sólo existe allí donde se reproduce y se agota- me preocupa que encontremos gusto en eso, que nos resulte tan apetecible, tan admirable, tan digna de imitación, la suerte del esclavo. Los antiguos (cuya lógica es también la de los revolucionarios de todas las épocas y todos los países) exponían su cuerpo y protegían su alma; los modernos europeos, al contrario, protegen por todos los medios sus cuerpos, incluso a expensas de los demás, y hacen todo lo posible por vender sus almas. El que no lo consigue -aunque sea a precio de saldo- es un idiota y un fracasado.


May 11 2009

Disculpen la molestia

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Eduardo Galeano [Página 12]

Quiero compartir algunas preguntas, moscas que me zumban en la cabeza.

¿Es justa la justicia? ¿Está parada sobre sus pies la justicia del mundo al revés?

El zapatista de Irak, el que arrojó los zapatazos contra Bush, fue condenado a tres años de cárcel. ¿No merecía, más bien, una condecoración?

¿Quién es el terrorista? ¿El zapatista o el zapateado? ¿No es culpable de terrorismo el serial killer que mintiendo inventó la guerra de Irak, asesinó a un gentío y legalizó la tortura y mandó aplicarla?

¿Son culpables los pobladores de Atenco, en México, o los indígenas mapuches de Chile, o los kekchíes de Guatemala, o los campesinos sin tierra de Brasil, acusados todos de terrorismo por defender su derecho a la tierra? Si sagrada es la tierra, aunque la ley no lo diga, ¿no son sagrados, también, quienes la defienden?

Según la revista Foreign Policy, Somalia es el lugar más peligroso de todos. Pero, ¿quiénes son los piratas? ¿Los muertos de hambre que asaltan barcos o los especuladores de Wall Street, que llevan años asaltando el mundo y ahora reciben multimillonarias recompensas por sus afanes?

¿Por qué el mundo premia a quienes lo desvalijan?

¿Por qué la justicia es ciega de un solo ojo? Wal Mart, la empresa más poderosa de todas, prohíbe los sindicatos. McDonald’s, también. ¿Por qué estas empresas violan, con delincuente impunidad, la ley internacional? ¿Será porque en el mundo de nuestro tiempo el trabajo vale menos que la basura y menos todavía valen los derechos de los trabajadores?

¿Quiénes son los justos y quiénes los injustos? Si la justicia internacional de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? No van presos los autores de las más feroces carnicerías. ¿Será porque son ellos quienes tienen las llaves de las cárceles?

¿Por qué son intocables las cinco potencias que tienen derecho de veto en las Naciones Unidas? ¿Ese derecho tiene origen divino? ¿Velan por la paz los que hacen el negocio de la guerra? ¿Es justo que la paz mundial esté a cargo de las cinco potencias que son las principales productoras de armas? Sin despreciar a los narcotraficantes, ¿no es éste también un caso de “crimen organizado”?

Pero no demandan castigo contra los amos del mundo los clamores de quienes exigen, en todas partes, la pena de muerte. Faltaba más. Los clamores claman contra los asesinos que usan navajas, no contra los que usan misiles.

Y uno se pregunta: ya que esos justicieros están tan locos de ganas de matar, ¿por qué no exigen la pena de muerte contra la injusticia social? ¿Es justo un mundo que cada minuto destina tres millones de dólares a los gastos militares, mientras cada minuto mueren quince niños por hambre o enfermedad curable? ¿Contra quién se arma, hasta los dientes, la llamada comunidad internacional? ¿Contra la pobreza o contra los pobres?

¿Por qué los fervorosos de la pena capital no exigen la pena de muerte contra los valores de la sociedad de consumo, que cotidianamente atentan contra la seguridad pública? ¿O acaso no invita al crimen el bombardeo de la publicidad que aturde a millones y millones de jóvenes desempleados, o mal pagados, repitiéndoles noche y día que ser es tener, tener un automóvil, tener zapatos de marca, tener, tener, y quien no tiene, no es?

¿Y por qué no se implanta la pena de muerte contra la muerte? El mundo está organizado al servicio de la muerte. ¿O no fabrica muerte la industria militar, que devora la mayor parte de nuestros recursos y buena parte de nuestras energías? Los amos del mundo sólo condenan la violencia cuando la ejercen otros. Y este monopolio de la violencia se traduce en un hecho inexplicable para los extraterrestres, y también insoportable para los terrestres que todavía queremos, contra toda evidencia, sobrevivir: los humanos somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo, y hemos desarrollado una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, al planeta y a todos sus habitantes.

Esa tecnología se alimenta del miedo. Es el miedo quien fabrica los enemigos que justifican el derroche militar y policial. Y en tren de implantar la pena de muerte, ¿qué tal si condenamos a muerte al miedo? ¿No sería sano acabar con esta dictadura universal de los asustadores profesionales? Los sembradores de pánicos nos condenan a la soledad, nos prohíben la solidaridad: sálvese quien pueda, aplastaos los unos a los otros, el prójimo es siempre un peligro que acecha, ojo, mucho cuidado, éste te robará, aquél te violará, ese cochecito de bebé esconde una bomba musulmana y si esa mujer te mira, esa vecina de aspecto inocente, es seguro que te contagia la peste porcina.

En el mundo al revés, dan miedo hasta los más elementales actos de justicia y sentido común. Cuando el presidente Evo Morales inició la refundación de Bolivia, para que este país de mayoría indígena dejara de tener vergüenza de mirarse al espejo, provocó pánico. Este desafío era catastrófico desde el punto de vista del orden racista tradicional, que decía ser el único orden posible: Evo era, traía el caos y la violencia, y por su culpa la unidad nacional iba a estallar, rota en pedazos. Y cuando el presidente ecuatoriano Correa anunció que se negaba a pagar las deudas no legítimas, la noticia produjo terror en el mundo financiero y el Ecuador fue amenazado con terribles castigos, por estar dando tan mal ejemplo. Si las dictaduras militares y los políticos ladrones han sido siempre mimados por la banca internacional, ¿no nos hemos acostumbrado ya a aceptar como fatalidad del destino que el pueblo pague el garrote que lo golpea y la codicia que lo saquea?

Pero, ¿será que han sido divorciados para siempre jamás el sentido común y la justicia?

¿No nacieron para caminar juntos, bien pegaditos, el sentido común y la justicia?

¿No es de sentido común, y también de justicia, ese lema de las feministas que dicen que si nosotros, los machos, quedáramos embarazados, el aborto sería libre? ¿Por qué no se legaliza el derecho al aborto? ¿Será porque entonces dejaría de ser el privilegio de las mujeres que pueden pagarlo y de los médicos que pueden cobrarlo?

Lo mismo ocurre con otro escandaloso caso de negación de la justicia y el sentido común: ¿por qué no se legaliza la droga? ¿Acaso no es, como el aborto, un tema de salud pública? Y el país que más drogadictos contiene, ¿qué autoridad moral tiene para condenar a quienes abastecen su demanda? ¿Y por qué los grandes medios de comunicación, tan consagrados a la guerra contra el flagelo de la droga, jamás dicen que proviene de Afganistán casi toda la heroína que se consume en el mundo? ¿Quién manda en Afganistán? ¿No es ese un país militarmente ocupado por el mesiánico país que se atribuye la misión de salvarnos a todos?

¿Por qué no se legalizan las drogas de una buena vez? ¿No será porque brindan el mejor pretexto para las invasiones militares, además de brindar las más jugosas ganancias a los grandes bancos que en las noches trabajan como lavanderías?

Ahora el mundo está triste porque se venden menos autos. Una de las consecuencias de la crisis mundial es la caída de la próspera industria del automóvil. Si tuviéramos algún resto de sentido común, y alguito de sentido de la justicia ¿no tendríamos que celebrar esa buena noticia? ¿O acaso la disminución de los automóviles no es una buena noticia, desde el punto de vista de la naturaleza, que estará un poquito menos envenenada, y de los peatones, que morirán un poquito menos?

Según Lewis Carroll, la Reina explicó a Alicia cómo funciona la justicia en el país de las maravillas:

–Ahí lo tienes –dijo la Reina–. Está encerrado en la cárcel, cumpliendo su condena; pero el juicio no empezará hasta el próximo miércoles. Y por supuesto, el crimen será cometido al final.

En El Salvador, el arzobispo Oscar Arnulfo Romero comprobó que la justicia, como la serpiente, sólo muerde a los descalzos. El murió a balazos, por denunciar que en su país los descalzos nacían de antemano condenados, por delito de nacimiento.

El resultado de las recientes elecciones en El Salvador, ¿no es de alguna manera un homenaje? ¿Un homenaje al arzobispo Romero y a los miles que como él murieron luchando por una justicia justa en el reino de la injusticia?

A veces terminan mal las historias de la Historia; pero ella, la Historia, no termina. Cuando dice adiós, dice hasta luego.


Abr 22 2009

Europa: la dignidad de la sumisión

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Santiago Alba Rico [Rebelión]

Finalmente las potencias europeas hicieron el pasado lunes el gesto enérgico, digno y civilizado que todos estábamos esperando. Como izquierdistas justicieros, sin temor a las consecuencias, poniendo su honor y su conciencia por encima de los protocolos, afirmando públicamente su apoyo insobornable a los altos valores encarnados en nuestra historia, los representantes de la UE no dudaron en boicotear una reunión internacional en la que la infamia pretendía alzar la voz. Se levantaron de sus asientos y desfilaron uno por uno, la cabeza erguida, la estatura desafiante, hacia la salida.

Europa había aguantado ya demasiado. Había tolerado –por ejemplo- la invasión de Panamá, la doble destrucción de Iraq, el bombardeo de Sudán, los bombardeos sobre Pakistán, el linchamiento del Líbano, los asesinatos de Uribe en Colombia, las cárceles secretas de la CIA, etc. porque eran realmente destructivas. Había tolerado también las declaraciones de Bush sobre Iraq y los falsos testimonios sobre los Balcanes, como ha tolerado las calumnias contra Chávez, Fidel o Evo Morales, porque eran mentira. Pero todo tiene un límite y si alguien dice la verdad, y sin matar a nadie, ¡he ahí por fin la ocasión de protestar!

Contra la verdad, “no es posible ningún compromiso”, afirmó Bernard Kouchner. En cuanto se pronunciase la verdad, “teníamos la consigna de abandonar la sala”, aseguró Javier Garrigues. Si se decía la verdad, “no íbamos a tolerar ningún abuso”, había declarado la presidencia checa de la UE. Como compareciese la verdad, teníamos la obligación de silenciar “ese discurso de odio”, dijo Sarkozy. Todo el que diga la verdad, apoyó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se hace culpable de “acusar, dividir e incitar”.

Si no se mata y no se miente, los europeos nos indignamos. Es natural. La verdad es más “incendiaria” que los incendios; es más “extremista” que el fósforo blanco; es más “violenta” y “provocativa” que la mutilación de un niño. Ahmadineyad, presidente de Irán, subió a la tribuna y dijo serenamente: “Israel es racista”. Los representantes europeos se le echaron encima: “violento, radical, antisemita”. La estrategia legitimadora de Israel, sencilla y brutal, se inscribe en la más acendrada tradición europea: matar, despellejar, masacrar con elegancia y sin aspavientos y escandalizarse luego ante la denuncia, que pone fin a toda posibilidad de diálogo. Decir que las críticas de Ahmadineyad no son constructivas es lo mismo que decir que las bombas de Israel no son destructivas. Entre dos constructivos bombardeos, las destructivas denuncias de Ahmedineyad lo destruyen todo. Y Europa, muy justamente, se indigna no por el racismo de Israel, que acaba de producir 1400 muertos en Gaza, sino por las denuncias de Ahmedineyad, ese racista que acusa de racismo a los asesinos de racistas palestinos. Israel no es racista: sólo mata racistas que, de otro modo, podrían cometer el crimen de denunciar sus crímenes o, por lo menos, de odiar a los israelíes.

No insistiré en lo verdadera que es la verdad que enunció el lunes el presidente de Irán en la Conferencia sobre Racismo de la ONU; hoy mismo Pascual Serrano lo explica muy bien en este mismo medio (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84192). Lo preocupante es que esa verdad haya que escucharla precisamente de labios de un gobernante que nos es tan afín como Sarkozy y que nos entusiasma tanto como Berlusconi; y que, en definitiva, es tan de izquierdas como Merkel o Klaus; un hombre que contribuye decisivamente a la ocupación de Iraq mientras utiliza la retórica anti-imperialista a favor de un proyecto social y culturalmente tan emancipador como puede serlo el del PP o el del Vaticano. Nada puede convenir más a Israel que dejar la verdad en esas manos; ningún otro portavoz legitima mejor la “dignidad” europea a los ojos de una opinión pública manipulada e ignorante. ¿Se hubiesen mostrado tan orgullosamente moralizantes nuestros embajadores si en la tribuna hubiese estado –por ejemplo- el padre de Amal y Suad Abed Rabbo, de 2 y 7 años, asesinadas delante de su casa por un tanque israelí? ¿O la madre de Lina Hassan, de 10 años, tiroteada junto a la escuela de la ONU en Jabaliya? ¿O Mahmoud Abdel Rahim, de 20 años, que perdió a sus padres y a tres hermanos en un bombardeo? Me hubiese gustado ver a los representantes de la UE despreciar cara a cara -como realmente han hecho- todo ese dolor del que son parcialmente responsables.

En todo caso, que la denuncia proceda de un lugar incómodo no es algo que haya que reprocharle a Ahmedineyad, que al menos dice la verdad, sino a nuestros propios gobernantes europeos, tan parecidos en todo lo demás a su homólogo iraní, pero que podrían, si dijeran la verdad y obrasen en consecuencia, acabar con la agonía del pueblo palestino y con la ignominia del Estado de Israel. Porque lo peor, lo más obsceno, lo más vergonzoso es que el “gesto digno, enérgico y civilizado” de nuestros representantes europeos no responde ni a profundas convicciones ideológicas ni a bajos intereses económicos; tampoco al saludable sadismo de nuestra tradición colonial; ni al honrado racismo bien instalado en nuestros instintos; responde solamente a la más pura, cobarde y humillante sumisión. Nunca nadie ha levantado tanto la cabeza para lamer unas botas.

Artículo relacionado: Discurso completo del presidente Ahmadineyad durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre el racismo (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84241).


Abr 13 2009

El buen vivir

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Leonardo Boff [Rebelión]

Según la ideología dominante, todo el mundo quiere vivir mejor y disfrutar de una mejor calidad de vida. De modo general asocia esta calidad de vida al Producto Interior Bruto (PIB) de cada país. El PIB representa todas las riquezas materiales que produce un país. Entonces, de acuerdo con este criterio, los países mejor situados son Estados Unidos, seguido de Japón, Alemania, Suecia y otros. El PIB es una medida inventada por el capitalismo para estimular la producción creciente de bienes materiales de consumo.

En los últimos años, a la vista del crecimiento de la pobreza y de la urbanización favelizada del mundo y hasta por un sentido de decencia, la ONU introdujo el Índice de Desarrollo Humano (IDH). En él se incluyen valores intangibles como salud, educación, igualdad social, cuidado de la naturaleza, equidad de género y otros. Ha enriquecido el sentido de “calidad de vida”, que era entendido de forma muy materialista: goza de una buena calidad de vida quien consume más y mejor.

Por delante de todos los países está Bután, encajonado entre la China y la India, a los pies del Himalaya, muy pobre materialmente, pero que estableció oficialmente el “Índice de Felicidad Interna Bruta”. Ésta no se mide por criterios cuantitativos, sino cualitativos, como buen gobierno de las autoridades, distribución equitativa de los excedentes de la agricultura de subsistencia, de la extracción vegetal y de la venta de energía a la India, buena salud y educación y, especialmente, buen nivel de cooperación de todos para garantizar la paz social.

En las tradiciones indígenas de Abya Yala, nombre para el continente indoamericano, en vez de “vivir mejor” se habla de “el buen vivir”. Esta categoría entró en las constituciones de Bolivia y Ecuador como el objetivo social a ser perseguido por el Estado y por toda la sociedad.

El “vivir mejor” supone una ética del progreso ilimitado y nos incita a una competición con los otros para crear más y más condiciones para “vivir mejor”. Sin embargo, para que algunos puedan “vivir mejor”, millones de personas han tenido que vivir mal. Es la contradicción capitalista.

Por el contrario, el “buen vivir” apunta a una ética de lo suficiente para toda la comunidad y no solamente para el individuo. El “buen vivir” supone una visión holística e integradora del ser humano, inmerso en la gran comunidad terrenal, que incluye no sólo al ser humano, sino también al aire, el agua, los suelos, las montañas, los árboles y los animales; es estar en profunda comunión con la Pachamama (Tierra), con las energías del Universo, y con Dios.

La preocupación central no es acumular. Además, la Madre Tierra nos proporciona todo lo que necesitamos. Con nuestro trabajo suplimos lo que ella por las excesivas agresiones no nos puede dar, o le ayudamos a producir lo suficiente y decente para todos, también para los animales y las plantas. El “buen vivir” es estar en permanente armonía con todo, celebrando los ritos sagrados que continuamente renuevan la conexión cósmica y con Dios.

El “buen vivir” nos convida a no consumir más de lo que el ecosistema puede soportar, a evitar la producción de residuos que no podemos absorber con seguridad y nos incita a reutilizar y reciclar todo lo que hemos usado. Será un consumo reciclable y frugal. Entonces no habrá escasez.

En esta época de búsqueda de nuevos caminos para la humanidad la idea del “buen vivir” tiene mucho que enseñarnos.


Abr 07 2009

trajes para todos

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Feb 25 2009

Fabra en la intimidad: “…no sé la cantidad de gente que habré colocado en doce años”

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La SER ha tenido acceso a una grabación realizada al presidente de la diputación de Castellón por miembros de su propio partido:

“Porque el que gana las elecciones coloca a un sinfín de gente. Y toda esa gente es un voto cautivo. Ese es un voto cautivo. Supone mucho poder en un Ayuntamiento, en una Diputación. Yo no sé la cantidad de gente que habré colocado en doce años, no lo sé. Pero entre Penyeta, Hospital, Instituto de Promoción Cerámica, Escuela Taurina, la Diputación, el puerto… ni sé. Tonterías. …Madre que quiere entrar en el colegio de la Consolación de Burriana… que está muy difícil… y esa señora es un voto agradecido. Por lo tanto, no hace falta que me extienda mucho más”

Público: “Fabra se niega a dar detalles sobre sus “colocados” en instituciones públicas

Levante: “Fabra se jacta de haber enchufado a un “sinfín” de personas en 12 años para tener un “voto cautivo


Feb 23 2009

23-F, Aniversario 28º, o Juan Carlos Campeador

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Jose L. Pitarch [Rebelión]

Un 28º aniversario no suele ser de relumbrón, que queda para el 25º y otros de más lentejuelas. Sin embargo, este año nos apabullan publicitaria, propagandísticamente, con unos dobletes televisivos en horario estelar, muchos millones de espectadores, etcétera, sobre el gran héroe de nuestra democracia, nuevo Alejandro el Grande redivivo en el rey salvador de todos los españoles, quien cortó el nudo gordiano o más bien pinza que amenazaba asfixiar a esa tierna democracia. Pinza que componían ETA y los militares no demócratas, por aquel final de década 79-80.

Tan detallados duetos en televisión, empero, no han dejado espacio a mentar frases como esa de Su Majestad al golpista Milans del Bosch: “Ya no puedo volverme atrás”. Ni a citar mayormente que dicho capitán general, como su compinche el dúplice y tríplice Armada, eran casualmente los dos más conocidos generales monárquicos, aristócratas, vinculados a Juan Carlos de Borbón; o que el citado general de división Armada tuvo tres reuniones con el rey poco antes del 23-F-81. (Tampoco nadie ha explicado por qué el capitán Juan Milans del Bosch, hijo del nombrado, meses después dicho golpe llamó en alta voz “cerdo” al rey en el Club de Campo madrileño. ¿Por “volverse atrás”? Un consejo de guerra de generales juzgadores le cuasi absolvió. Tampoco nadie cuenta dónde están y qué dicen o decían los kilómetros de cintas de conversaciones telefónicas de implicados en el golpe, cuyos teléfonos fueron intervenidos por orden del Gobierno de crisis presidido por Francisco Laína. Delincuentes conspiradores nunca llevados ante juez instructor ni tribunal alguno).

Como la casualidad es el dios de los tontos, hay que preguntarse los porqués de tanto enaltecimiento al rey mesías en un anodino aniversario. ¿Tiene que ver con la crisis económica y el miedo del “sistema” a que la misma se deslice a crisis política grave y, sobre todo, a crisis social? Siendo, el rey designado por Franco, clave de bóveda del apaño sucesorio que convenía a los grandes poderes sempiternos, ¿se busca, con tanta glorificación mediática, reforzar y enaltecer esta regia dovela central por temor a que se resquebraje todo el tinglado, y los fuertes remanentes o herederos del franquismo aún con demasiado poder puedan perderlo, siquiera parcialmente? ¿Se trata de establecer una “historia oficial” del 23-F-81, en particular dirigida a los más jóvenes, aprovechando su escaso interés y conocimiento de la Política (quizá con el doble objetivo de que sigan desinteresados y de evitar la rebeldía)? ¿Se teme a una progresiva concienciación republicana?

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Feb 22 2009

23-F, el día más rentable del rey

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Javier Parra [La República]

Mucho se ha escrito, se escribe y se escribirá sobre el papel del Borbón durante la puesta en escena del fallido golpe de Estado del 23F. Aunque la versión oficial es que la mesiánica intervención del rey salvó nuestra débil democracia, no deja de ser la más inverosímil y provoca sonrojo observar como aún son muchos los que la pregonan y la creen.

El jóven régimen monárquico necesitaba de una fecha épica y de un héroe o un caudillo. Esa fecha fue el 23F -el propio Alfonso Guerra así lo afirmaba durante esos días- y el “héroe” un tipo que heredó su cargo de manos de un dictador. Resultó así que los héroes no fueron los millones de personas que fueron perseguidas durante 40 años por luchar por la libertad. Las medallas se las llevaron los más astutos del régimen anterior, como Fraga, que supieron moverse para continuar al mando de la nave, y una serie de políticos que supieron fraguar una carrera política acosta de las bases militantes a las que supuestamente representaban.

Aparte de la versión oficial, hay otras versiones, como la del Coronel Amadeo Martínez Inglés que asegura que el 23F “no fue sino una chapucera maniobra borbónica de altos vuelos, al margen de la Constitución y de las leyes, para cambiar el Gobierno legítimo de la nación en provecho de la Corona”.

Cada cual aceptará como válida una u otra versión en función de su inteligencia y de las ganas que tenga de seguir dejándose engañar. Lo que es indiscutible es que el 23F fue el dia más rentable para una panda de Borbones, con Juan Carlos a la cabeza. Ni para los trabajadores y trabajadoras, para quienes ese glorioso día no supuso más que una descarga controlada de adrenalina. Tampoco para la democracia, que pasó de ser un logro de los españoles que lucharon por ella, a una divina concesión del rey. También fue un buen día para los grandes empresarios de este país, que vieron como su compadre y socio, el Borbón, era encumbrado como el indiscutible artífice de la democracia española.

Lo que aún parece increible en un país que presuntamente avanzado y supuestamente democrático es que se pretenda, no solo seguir haciendonos tragar con un rey que en ningún momento se jugó el culo por la libertad, sino que se quiere que aceptemos a su hijo -cuyo único mérito es haber nacido Borbón-, como futuro Jefe de Estado. En fin Borbones, echadle cojones y ganad unas elecciones.


Feb 08 2009

El hoyo perfecto

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Leonardo Boff [Rebelión]

Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique y uno de los más agudos analistas de la situación mundial, llamó a la actual crisis económico-financiera «la crisis perfecta». Putin, en Davos, la llamó «la tempestad perfecta». Yo por mi parte la llamaría «el hoyo perfecto».

El grupo que compone la Iniciativa Carta de la Tierra (M. Gorbachev, S. Rockfeller, M.Strong y yo mismo, entre otros) advertía hace años: «no podemos continuar por el camino ya andado, por más llano que se presente, pues más delante se encuentra un hoyo abismal». Como un estribillo lo repetía también el Foro Social Mundial, desde su primera edición en Porto Alegre en el año 2001.

Pues bien, ha llegado el momento en que el hoyo ha aparecido. Dentro de él han caído grandes bancos, fábricas tradicionales, inmensas corporaciones transnacionales. Fortunas personales de miles de millones de dólares se han unido al barro de su fondo. Stephen Roach, del banco Morgan Stanley, también afectado, confesó: «Se equivocó Wall Street. Se equivocaron los reguladores. Se equivocaron las agencias de evaluación de riesgo. Nos equivocamos todos». Pero no tuvo la humildad de reconocer: «Acertó el Foro Social Mundial. Acertaron los ambientalistas. Acertaron grandes nombres del pensamiento ecológico como J. Lovelock, E. Wilson y E. Morin».

En otras palabras, los que se imaginaban señores del mundo -hasta el punto de decretar alguno de ellos el final de la historia-, que sostenían la imposibilidad de toda alternativa y que en sus concilios ecuménico-económicos promulgaron los dogmas de la perfecta autorregulación de los mercados y de la única vía, la del capitalismo globalizado, han perdido ahora todo su latín. Andan tan confusos y perplejos como un borracho por una calle oscura. El Foro Social Mundial, sin orgullo pero con sinceridad, puede decir: «nuestro diagnóstico era correcto. No tenemos todavía la alternativa pero una cosa es segura: este tipo de mundo ya no tiene capacidad para seguir y proyectar un futuro de inclusión y de esperanza para la humanidad y para toda la comunidad de vida». Si continúa, puede poner fin a la vida humana y herir gravemente a la Pachamama, la Madre Tierra.

Sus ideólogos tal vez no crean ya en dogmas y se contenten con el catecismo neoliberal, pero andan buscando un chivo expiatorio. Dicen: «No es el capitalismo en sí el que está en crisis. Es el capitalismo de corte norteamericano que gasta un dinero que no tiene en cosas que la gente no necesita». Uno de sus sacerdotes, Ken Rosen, de la Universidad de Berkeley, por lo menos ha reconocido: «El modelo de Estados Unidos está equivocado. Si todo el mundo utilizase el mismo modelo, nosotros ya no existiríamos».

Hay aquí un engaño evidente. La razón de la crisis no está solamente en el capitalismo estadounidense como si hubiera otro capitalismo correcto y humano. La razón está en la lógica misma del capitalismo. Ya J. Chirac y una gama considerable de científicos han reconocido que si los países opulentos situados en el Norte quisiesen generalizar su bienestar a toda la humanidad, necesitaríamos por lo menos tres Tierras iguales al actual.

El capitalismo es, por su propia naturaleza, voraz, acumulador, depredador de la naturaleza, creador de desigualdades y sin sentido de solidaridad hacia las generaciones actuales y mucho menos hacia las futuras. No se le quita la ferocidad a un lobo haciéndole algunas caricias o limándole los dientes. El lobo es feroz por naturaleza. Igualmente, el capitalismo, poco importa el sitio donde se realice, ya sea en Estados Unidos, en Europa, en Japón o en Brasil, cosifica todas las cosas, la Tierra, la naturaleza, los seres vivos y también a los humanos. Todo forma parte del mercado, y de todo se puede hacer negocio. Este modo de habitar el mundo regido solamente por la razón utilitarista ha cavado el hoyo perfecto. Y ha caído en él.

La cuestión no es económica. Es moral y espiritual. Solo saldremos del hoyo a partir de otra relación con la naturaleza, sintiéndonos parte de ella y viviendo la inteligencia del corazón que nos hace amar y respetar la vida y a cada ser. De lo contrario, continuaremos en el hoyo en el que el capitalismo nos ha metido.


Ene 03 2009

ese pequeño punto azul

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cada día empieza un año nuevo, hoy también.

y qué es un año? de verdad sabemos qué es un año?

qué medimos?

quién medimos?

A los que queráis pensar pensar en ello, hacedlo; os auguro interesantes aventuras mentales, espirituales tal vez, quién sabe?…

a los que no, pues deseo que os haya gustado este bonito vídeo y lo de siempre… pero también, que algún día penséis en volver a ello y que lo hagáis; aprenderéis que nunca es tarde.

y para todos deseo que los 364 días restantes, hasta que nos dé a todos de nuevo por lo mismo, nos dediquemos a hacer algo por alcanzar aquello que (nos) deseamos (lo hacemos?) para todos, pues solo con querer sabemos que no basta.

salut!


Dic 26 2008

Arte, verdad y política

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(…) El lenguaje político, tal como lo usan los políticos, no se adentra en ninguno de estos territorios dado que la mayoría de los políticos, según las evidencias de que disponemos, no están interesados en la verdad sino en el poder y en conservar ese poder. Para conservar ese poder es necesario mantener al pueblo en la ignorancia, que las gentes vivan sin conocer la verdad, incluso la verdad sobre sus propias vidas. Lo que nos rodea es un enorme entramado de mentiras, de las cuales nos alimentamos.

Estas palabras forman parte del discurso Arte, verdad y política que Harold Pinter escribió en agradecimiento por el Nobel de literatura hace tres años. Pinter falleció este miercoles. Gracias Harold…


Nov 13 2008

Los amos del mundo

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Arturo Pérez Reverte; diez años atrás.

[Artículo publicado en El Semanal el 15 de noviembre de 1998].

Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio -o al revés-, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará a usted el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo; porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.

Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder; el riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días.

Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces -¡oh, prodigio!- mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.

Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la pagan con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con sus puestos de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.


Nov 02 2008

La superioridad del capitalismo

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Santiago Alba Rico [La Jiribilla]

¿Qué es una crisis capitalista?

Veamos en primer lugar lo que no es una crisis capitalista.

Que haya 950 millones de hambrientos en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.

Que haya 4.750 millones de pobres en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.

Que haya 1.000 millones de desempleados en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.

Que más del 50% de la población mundial activa esté subempleada o trabaje en precario, eso no es una crisis capitalista.

Que el 45% de la población mundial no tenga acceso directo a agua potable, eso no es una crisis capitalista.

Que 3.000 millones de personas carezcan de acceso a servicios sanitarios mínimos, eso no es una crisis capitalista.

Que 113 millones de niños no tengan acceso a educación y 875 millones de adultos sigan siendo analfabetos, eso no es una crisis capitalista.

Que 12 millones de niños mueran todos los años a causa de enfermedades curables, eso no es una crisis capitalista.

Que 13 millones de personas mueran cada año en el mundo debido al deterioro del medio ambiente y al cambio climático, eso no es una crisis capitalista.

Que 16.306 especies están en peligro de extinción, entre ellas la cuarta parte de los mamíferos, no es una crisis capitalista.

Todo esto ocurría antes de la crisis. ¿Qué es, pues, una crisis capitalista? ¿Cuándo empieza una crisis capitalista?

Hablamos de crisis capitalista cuando matar de hambre a 950 millones de personas, mantener en la pobreza a 4700 millones, condenar al desempleo o la precariedad al 80% del planeta, dejar sin agua al 45% de la población mundial y al 50% sin servicios sanitarios, derretir los polos, denegar auxilio a los niños y acabar con los árboles y los osos, ya no es suficientemente rentable para 1.000 empresas multinacionales y 2.500.000 de millonarios.

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Oct 29 2008

Justicia y corrupción

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Pascual Serrano

La diputada autonómica de EUPV, Marina Albiol, comparecerá en el juzgado el próximo día 13 de noviembre como imputada por un delito de injurias contra el presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra. El motivo es la difusión de un pegatinas con el texto “Fabra a prisión”, repartidas por los jóvenes de su organización en unas fiestas patronales el año pasado. Esta diligencia judicial contrasta con los cinco años y nueve jueces que llevan paseando por los tribunales los procesos por un presunto tráfico de influencias y delito fiscal contra Fabra. Este presidente de Diputación, que se ha puesto un sueldo de 92.400 euros anuales y tiene 33 cargos de libre designación, está acusado, sólo en 1999, de un supuesto fraude fiscal de 149.000 euros y posee, con 94 cuentas bancarias conocidas, ingresos de seis millones de euros sin justificar entre 1999 y 2004. Fabra gastó en 2004 el doble en pagar préstamos de lo que se supone que ingresó. Según su declaración de la renta, entre su mujer y él ganaron ese año 185.229. Les cunde tanto el dinero que pudieron amortizar dos créditos por valor de 355.000 euros y les llegó para poder comer. Está también acreditado que ingresó 841.000 euros por asesorar a varias empresas privadas siendo presidente de la Diputación. Además, está acusado de un delito contra la salud pública por maniobrar en el Ministerio de Agricultura, durante el gobierno del PP, para que aprobaran la comercialización de un insecticida de uso agrícola sin haberse descartado su toxicidad para las personas. Pero quien se las verá en el juzgado será la diputada de la organización que difundió unas pegatinas denunciando esto, sería paradójico que haya antes una sentencia contra la diputada que contra el presidente de la Diputación.

Mientras tanto, la Fiscalía Anticorrupción estuvo durante dos años, desde que recibió los 500 folios de Izquierda Unida donde relataban los hechos que consideraban constitutivos de delito, sin iniciar ningún proceso contra la trama de construcción en la localidad toledana de Seseña del PAU del promotor Paco El Pocero, quien tenía en marcha 13.508 viviendas sin un plan general urbanístico y a cuatro kilómetros del casco urbano. Un pelotazo que supondrían 800 millones de euros para El Pocero. Izquierda Unida apreció en su investigación aportada a la fiscalía delitos de prevaricación, cohecho, malversación de fondos públicos, falsedad en documento público y delitos contra la hacienda pública. En cambio, el alcalde de la localidad Seseña y sus por entonces cuatro concejales de IU han debido pagar una fianza de 133.000 por una querella del El Pocero por un artículo de prensa donde denunciaban la trama, mientras el constructor ni ha sido llamado a declarar por la Fiscalía pero sí ha recibido del anterior gobierno una medalla al mérito laboral . El propio constructor afirmó también que realizó unos trabajos en una empresa familiar de José Bono que le fueron pagados por “empresas patrocinadoras”. La Fiscalía tampoco ha citado a ningún cargo de la Junta de Comunidades a pesar de que desde el gobierno autonómico permitieron que ninguna de esa viviendas fuese de protección oficial ni de precio tasado como establece la Ley de Ordenación del Territorio y de la Actividad Urbanística de Castilla-La Mancha (LOTAU).

Hasta ahora siempre pensábamos que en España sólo eran condenados los desgraciados sin recursos y nunca los poderosos, pero la realidad parece que todavía es más preocupante, junto a los indigentes se sientan en los banquillos los políticos honestos que denuncian la corrupción. Al final habrá más justicia con los jueces en huelga.


Oct 10 2008

In Marx we trust

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Bush planea nacionalizar parte de la banca // El Tesoro de EEUU está dispuesto a comprar acciones de bancos en dificultades, en un nuevo intento de rescatar el sistema financiero

Ignacio Escolar

Apocalipsis neoliberal, capítulo 32. Los Estados Bolivarianos de Norteamérica, presididos por el camarada George W. Bush, anuncian que están estudiando la nacionalización de parte de la banca. Desde que el hundimiento de Lehman Brothers dejo ver el pantano subprime sobre el que se levantaban las catedrales de Wall Street, hemos ido perdiendo, día a día, el sentido de los superlativos. Ya nada sorprende o, mejor dicho, ya nada parece imposible. A la mayor quiebra bancaria de la historia siguió el mayor terremoto financiero y bursátil del siglo que hizo que el Congreso de Estados Unidos aprobase, con dificultades, el mayor y más grande plan de rescate del mundo mundial. ¿Fin de la historia? Ya le gustaría a Fukuyama. El circo de tres pistas sigue en marcha; aún no ha terminado la dramática función.

La noticia la adelantó ayer el New York Times y se confirmó horas después: la Casa Blanca está preparando otro nuevo e inédito plan de rescate, un superlativo más con redoble y triple salto mortal. Ahora planean comprar, además de los títulos basura, las propias acciones de los bancos; banca basura. El plan es temporal y, como todos los giros ideológicos, como todas las traiciones, se disfraza con eufemismos. La Administración Bush reconoce la noticia pero no habla de nacionalizar la banca, que es pecado, sino de inyectar liquidez al mercado a través de la compra temporal de acciones de las entidades financieras. Es lo mismo, pero no suena igual.

Nacionalizar la banca. Reino Unido ya lo ha hecho. Estados Unidos va en camino. Lo pedían los comunistas, pero también la Falange, los joseantonianos. Hoy apenas queda quien celebre la noticia, que no es una victoria sino la triste realidad de un capitalismo que nos ha derrotado a todos, no sólo a los que confiaron en él. Después de un siglo, la ortodoxia convenció a la izquierda y a los ismos de que la más mínima desviación del modelo perfecto de platino iridiado era una utopía. Ahora resulta que la utopía era otra, que lo verdaderamente ingenuo y soñador era pensar que el mercado era capaz de autorregularse él solito. Ya pasó una vez, en 1929, y ahora ha vuelto a pasar.

La bolsa estadounidense reaccionó ayer a la noticia, la evidencia de que la recesión será más dura, más larga, más terrible que nunca, con la enésima caída histórica de la semana. Lunes negro, martes negro, jueves negro. Ayer perdió otro 7%. ¿Y mañana? Cualquier cosa es posible. Tal vez, en el futuro, otro mundo mejor.


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