Mar. 20 2008

La flota palangrera española mata 2.000 tortugas al año

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Los pescadores provocan la muerte del 10% de las tortugas boba del Mediterráneo occidental

Un ejemplar de tortuga boba, con un anzuelo clavado en su aparato digestivo. JOSÉ ALONSOMANUEL ANSEDE - Público

Sólo una de cada 1.000 tortugas boba llega a la edad adulta. La urbanización salvaje de las playas en las que ponen sus huevos, las hélices de los barcos, la contaminación del agua y la falta de alimento han puesto a esta especie en peligro de extinción. Su principal enemigo, sin embargo, es el palangre, un arte de pesca consistente en un cordel kilométrico del que cuelgan cientos de anzuelos, utilizado para apresar atunes y peces espada, pero culpable de miles de capturas accidentales cada año.

Ayer se presentó en Barcelona una investigación, llevada a cabo por la Obra Social La Caixa y la Universidad de Barcelona, que ha estudiado el efecto de la flota palangrera española sobre la población de tortugas bobas en el Mediterráneo occidental. Según los autores, dirigidos por el biólogo Lluís Cardona, la pesca con palangre causa la muerte de 2.048 ejemplares al año, un 10,4% de la población de estos reptiles en el área estudiada: Baleares, Cerdeña, norte de África, Murcia y Almería.

Anzuelos en el esófago

Los investigadores siguieron a un grupo de pescadores españoles durante el mes de septiembre de 2007. En ese periodo, 14 tortugas mordieron los anzuelos del palangre. El equipo de Cardona liberó estos ejemplares tras colocarles un transmisor. Cinco de ellos tenían el anzuelo clavado en la boca o el esófago, pero solamente murieron dos. A partir de esta pequeña muestra, los autores calculan una mortalidad en tortugas capturadas de hasta el 35%, una vez estimado el margen de error.

Para Cardona, esta mortalidad podría reducirse de manera drástica disponiendo el arte de pesca por la noche, utilizando un cebo menos apetecible para las tortugas y empleando un tipo de anzuelo que se clave en la boca, en lugar de en el esófago. En cualquier caso, el biólogo admite que “siempre habrá animales que mueran”.

Según los investigadores, las capturas accidentales de tortugas bobas en el Mediterráneo han disminuido de forma considerable en los últimos años, pasando de 20.000 en 1990 a 6.000 en el año 2000. A juicio de Cardona, “el problema es bastante menos serio de lo que se pensaba”. Según sus datos, la tasa de mortalidad anual de esta especie en el Mediterráneo es del 27%, y sólo el 10% es atribuible a los palangreros españoles, por lo que habría que buscar las causas de su mortalidad en otros factores, como la actividad de las flotas italiana y marroquí.


Mar. 14 2008

The Truth About Bottom Trawling

otro vídeo de Greenpeace sobre la pesca de arrastre:


Mar. 04 2008

Ácido en el océano

La mitad del CO2 que se emite a la atmósfera es absorbido por los mares y provoca su acidificación, lo que afecta seriamente a los arrecifes de coral

Un grupo de peces nada en un arrecife de coral del Mar Rojo. AFPSERGIO ROSSI - Público

Durante los últimos 200 años, cerca del 50% del CO2 emitido a través de los combustibles fósiles ha sido absorbido por los océanos del planeta. Este aparente buen dato de mitigación de un gas de los llamados de efecto invernadero y de los más peligrosos, tiene un efecto perverso todavía poco entendido, pero que ya ha empezado a producirse: la acidificación de nuestros mares.

Aunque el proceso es algo complejo, la conclusión es que esa acidificación, medida como pH (o concentración de iones H en el agua) va a afectar, de forma irreversible, a muchos organismos marinos, hasta el punto de que puede acabar, incluso, con determinados arrecifes de coral, sobre todo de la zona austral.

El pH de las aguas que componen los mares es ligeramente alcalino (pH 8-8.3), es decir, supera el pH neutro (que se cuantifica como pH 7). Como es lógico, los ciclos de vida de los organismos se han adaptado a estas condiciones de pH, que no siempre fueron así. “Sabemos que, hace unos 55 millones de años, los mares eran bastante más ácidos que ahora, lo que produjo la desaparición de muchas plantas y animales marinos de nuestro planeta”, comenta Ken Caldeira del Instituto Carnegie de Washington. “El problema”, añade el experto, “es que ahora la acidificación se ha acelerado respecto a ese periodo”.

Hace 55 millones de años

Todo esto significa que el pH disminuye a una velocidad sin precedentes. De hecho, lo que se sabe a ciencia cierta es que, respecto al llamado periodo pre-industrial, el pH ha bajado unas 0,1 unidades a día de hoy. “Fueron necesarias unas 2.000 gigatoneladas de CO2 para llegar a los niveles de pH que entorpecieron los ciclos de determinados organismos marinos hace 55 millones de años”, apunta James Zachas del Departamento de Ciencias Terrestres y Planetarias de la Universidad de Santa Cruz, en California.

“Según cálculos recientes, sin embargo, nosotros podríamos llegar a producir 5.000 gigatoneladas de CO2 en los próximos 300 años”, añade Zachas. Como explica el experto, “eso sería mucho más CO2 en los océanos, que se acidificarían más y más deprisa que en aquella remota época”. No hace falta irse tan lejos. En el año 2100, según los cálculos de los expertos, el pH podría haber caído entre 0,3 y 0,4 puntos.

Quizá ese rango de oscilación en estos valores no parezca excesivo, pero hay que recordar que estamos hablando de escalas logarítmicas (el pH se mide de esa forma) y que el aumento de iones no es bueno para la formación de carbonato de calcio (CaCO3), del que dependen infinidad de organismos para lograr crear sus estructuras, conchas o protecciones.

Es el caso, por ejemplo de los arrecifes coralinos. “Sabemos que los corales han aparecido y desaparecido a lo largo de los últimos 200 millones de años”, comenta Adina Paytan, investigadora de la Universidad de Stanford en California. “Y se ha probado que la acidificación de los océanos coincide con algunas de esas lagunas temporales en las que estos bioconstructores desaparecen. La bajada del pH, explica la científica estadounidense, “disminuye la disponibilidad de material para construir conchas, estructuras o protecciones”.

Los organismos suelen conseguir adaptarse a este tipo de situaciones, pero, en el caso de los corales, el problema puede ser que la acidificación desemboque en la desaparición del arrecife en sí. “Son cunas de biodiversidad, refugio y fuente de alimento para una inmensa cantidad de especies”, explica Paytan.

Mapa del problema

Los científicos que han estudiado este problema han podido realizar un mapa en el que se ofrecen aproximaciones de dónde afectaría más la acidificación. Según sus conclusiones, las aguas de la zona austral del planeta serán las más afectadas. Y allí es donde se concentra más vida.

Muchos organismos planctónicos lo tendrán más difícil para sobrevivir, como unas pequeñas algas llamadas cocolitofóridos o unos protozoos muy abundantes, los foraminíferos. Son base de la cadena alimentaria, y la imposibilidad de crear sus estructuras de CaCO3 (principalmente aragonita y calcita) tendrá consecuencias en su ciclo de vida.

Otros organismos pueden también sufrir las consecuencias, especialmente, todos aquellos que tengan como base de su existencia la formación de algún tipo de concha. A este proceso se le llama acidosis, y se sospecha que incluso algunos peces y otros organismos superiores podrían padecerlo.

La acidosis es grave porque podría deprimir el sistema inmune, alterar las relaciones metabólicas y producir dificultades respiratorias. Pero no todos saldrán perdiendo. “Hay muchos grupos de algas que no basan su existencia en la formación de estructuras carbonatadas”, dice Scott Doney, del departamento de química marina del Instituto Woods Hole. “Sin embargo”, reconoce el experto, “la alteración debida a la acidificación de nuestros océanos es una verdadera incógnita”.

“No ha habido una situación como la actual”

La doctora Patrizia Ziveri, del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona, es una investigadora Ramón y Cajal cuyo trabajo científico se basa, en gran parte, en el estudio de las causas y consecuencias de la acidificación de los océanos. En enero de este año se ha producido una importante reunión en Las Palmas sobre este tema donde, tal y como explica la experta, se discutieron las bases científicas que se deben presentar, sobre todo, al Comité sobre Cambio Climático de la UE, así como a la propia comunidad científica. “También se describieron y comentaron las posibles consecuencias socioeconómicas de un cambio ambiental de tanta envergadura”, añade la experta.

¿Desde cuándo se estudia la acidificación de los océanos?

En realidad, hace poco que se ha empezado a estudiar. Sólo ahora, cuando hemos empezado a ser conscientes del problema, se están realizando reuniones y se están financiando proyectos.

La velocidad de acidificación, ¿es similar a la de otras épocas geológicas anteriores?

Todavía es pronto para decirlo, pero todos los indicios apuntan a que no ha habido una acidificación tan rápida como la actual, excepto, quizás, en el famoso límite K/T: cuando se extinguieron los dinosaurios.

¿Se han hecho experimentos de acidificación con el plancton capaz de realizar la fotosíntesis?

Mi grupo está desarrollando experimentos en los que, en cultivos, se observa la disminución de la calcificación a medida que aumenta la acidificación del agua.

¿En qué proyecto relacionado sobre la acidificación estás trabajando ahora?

Trabajo en dos líneas principales: la primera estudia la respuesta de los organismos ante la acidificación. La segunda investiga cómo, en el pasado, organismos similares respondieron ante fenómenos de acidificación también similares.


Feb. 26 2008

La devastación de la pesca de arrastre, visible desde el espacio

En esta imagen de las aguas del Golfo de México tomada por un satélite Landsat en 1999, los barcos arrastreros pueden verse como pequeños puntos brillantes al final de las estelas de los sedimentos. (otros puntos brillantes fijos se corresponden con plataformas petrolíferas fijas)

Haz clic sobre la imagen para ver la noticia completa (en inglés).


Feb. 19 2008

La fiebre del oro rojo

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El coral rojo del Mediterráneo corre peligro por culpa del exceso de explotación y los furtivos

SERGIO ROSSI
PÚBLICO

Son algo más de las ocho de la mañana en Port Lligat, Girona. Tres coraleros debaten dónde ir a faenar en un día cualquiera del periodo legal de extracción del coral rojo. Es una decisión difícil porque las mejores zonas del lugar en el que están (el Parque Natural de Cap de Creus) son escasas y están expuestas a los cambios de humor del tiempo: vientos de tramontana, giros borrascosos impredecibles… Han de arriesgarse. Ya anclados, no bajarán mucho, la piedra está entre 35 y 50 metros de profundidad.

Pero saben que no hará falta ir mucho más abajo para poder extraer lo suficiente para hacer rentable su incursión hacia el fondo. “La fiebre del coral no cesa”, comenta Ramón Freixa, un coralero que toda la vida ha buscado esta especie en del Mediterráneo. Es un negocio rentable, que mueve a nivel mundial unos 400 millones de euros al año.

Dificultades

A principios de los años 80, se detectaron fuertes caídas de la cantidad de coral rojo en todo el Mediterráneo: se pasó de unas 100 toneladas de extracción al año a sólo unas 40. La situación se estabilizó a la baja, con leves picos al alza cuando se encontraban nuevas poblaciones en Marruecos, Algeria o Turquía. Los expertos coinciden en reconocer que el coral que crecía en los años setenta y ochenta ya no se encuentra ni siquiera a gran profundidad. El coral rojo ha pasado de formar un bosque de árboles a un prado de hierba.

“El paisaje submarino ha cambiado en estas dos últimas décadas”, dice el historiador del coral rojo Arnald Plujà, que conoce muy bien esta zona del norte de España. Victoria Riera, la directora del Parque Natural de Cap de Creus (del que se extrae más del 90% de coral de Catalunya) es explícita: “No tiene sentido crear reservas si no es para regular de forma efectiva la extracción o pesca de los organismos que la habitan”.

Otras medidas

Y es que la situación es crítica. Un reciente estudio, financiado por la Generalitat de Catalunya y ejecutado por científicos del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC), llegó a la conclusión de que el coral, entre los 20 y 60 metros de profundidad, tenía una media de altura de unos tres centímetros y un diámetro de la columna de unos cuatro o cinco milímetros. Si se compara con datos de hace 20 años, la diferencia es considerable, pues la altura entonces era de unos 12 centímetros y el diámetro, de 9 milímetros.

“Una vigilancia efectiva, apoyada en una legislación que penalice el furtivismo, y una reducción en el número de licencias aliviaría considerablemente el problema”, comenta el doctor Tsounis, del ICM-CSIC.

Pero se abre una puerta a la esperanza. Un reciente proyecto europeo de colaboración entre el ICM-CSIC y la Universidad de Pisa promueve el trasplante de colonias con placas de mármol o directamente con colonias adultas allí donde se ha extinguido “Es un proyecto ambicioso, pero ya probado y que funciona” comenta el doctor Lorenzo Bramanti, de la universidad italiana. Un metódico programa, en fin, para salvar el tan preciado y emblemático oro rojo del Mare Nostrum.

A la caza de los cazadores

Los furtivos, que están poniendo en jaque a las diferentes poblaciones de coral rojo en el Mediterráneo, colectan el coral pequeño y con la base, de forma que no puede regenerarse. El coral que antes ni tan sólo se consideraba apto para ponerlo en circulación en el mercado por ser muy pequeño ahora tiene compradores (hasta 300 euros el kilo de coral pequeño) que lo transforman en pequeños fragmentos hechos de pasta de coral o en afrodisíacos y productos homeopáticos. Jordi Bosch, coralero profesional, se queja de los furtivos: “Son una lacra. No hay control y no hay sanción real. Los furtivos campan a sus anchas”.


Feb. 18 2008

La gran sopa del Pacífico

Juan Gelman
[vía rebelión]

Es de desechos de plástico, flota en el Océano Pacífico, nace en la costa de California, pasa Hawai, llega casi al Japón y tiene una superficie que duplica el territorio continental de EU. Esta “Gran mancha de basura del Pacífico” —así la llaman— fue descubierta en 1997 y por mera casualidad. El ex marino y oceanógrafo estadunidense Charles Moore partió de Los Ángeles con su yate para participar en una carrera en Hawai, tenía prisa, evitó las rutas más frecuentadas y el atajo lo llevó al descubrimiento. Navegó contra una selva de botellas y restos de plástico día tras día durante una semana. Su asombro y su disgusto fueron tales que vendió todas sus empresas, se convirtió en un activista de la preservación del océano y creó la Fundación Algalita de Investigaciones Marinas (AMRF, por sus siglas en inglés). No se conocen otros casos de herederos de grandes fortunas petroleras que hayan incurrido en semejante actitud.

Alrededor de 100 millones de toneladas de desechos de plástico flotan en la región. Markus Eriksen, investigador de AMRF, declaró recientemente: “La gente pensaba que era un isla de basura plástica sobre la que casi se podía caminar. No es así. Es como una sopa de plástico”. Que suele convertir a las playas de Hawai en un sucio vertedero. La mayor parte de esos residuos no proviene —como antes— de los buques que surcan las aguas del Pacífico. Sus principales abastecedores moran en tierra firme. Producen 60 mil millones de toneladas de plástico cada año y los residuos de su materia prima son tan livianos que pueden ser arrastrados por los vientos y mantenerse en la superficie de las aguas. Se estima que constituyen 90 por ciento de los desperdicios que padece el norte del Pacífico central; flotan y recorren largas distancias a lomo de las corrientes marinas. No sin consecuencias contrarias a la biodiversidad del medio.

La AMRF señala en un informe que las partículas de plástico afectan al menos a 267 especies marinas en todo el mundo, incluyendo a 86 por ciento de todas las clases de tortugas (www.algalita.org, 9 de abril de 2007). Aves y mamíferos marinos confunden las partículas con huevos de pescado. Un ejemplo: 40 por ciento de los pichones de albatros del atolón hawaiano de Midway muere prematuramente por esa confusión. En el estómago de algunos mamíferos se han encontrado jeringas, encendedores, cepillos de dientes y otros objetos que creyeron alimento. Se ignora cuánto tiempo debe transcurrir antes de que esas partículas se biodegraden. Los expertos calculan que no menos de cinco siglos.

La basura se acumula sin pausa en las aguas norteñas del Pacífico central: se multiplicó por tres en una década y en las costas del Japón se decuplica cada 2 o 3 años (www.plasticdebris.org, 2005). En esa región del océano hay seis vórtices de convergencia sometidos a una elevada presión atmosférica. Las corrientes marinas son débiles allí y el total de las partículas de plástico pesa seis veces más que el plancton de esos lugares (Los Angeles Times, 2 de agosto de 2006). Plancton que, como otros invertebrados marinos, también ingiere plástico para su desgracia y la ajena. Las partículas flotantes transportan además organismos marinos que emigran y esa mezcla biótica los convierte en especies depredadoras que también amenazan a la biodiversidad del medio. En las costas de la Florida han aparecido dos especies de esa índole que avanzan hacia el Caribe.

Un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) concluye que más de un millón de aves y más de cien mil mamíferos marinos mueren cada año por la ingestión de desechos plásticos. El problema es grave: para lograr mayor flexibilidad, duración y resistencia al calor del material, se agrega a la materia prima aditivos y substancias que convierten a los desperdicios en una suerte de esponjas químicas que absorben hidrocarbonos y pesticidas. Existe el peligro de que por esa vía ingresen a la cadena alimentaria humana. “Lo que entra en el océano, entra en esos animales y llega al plato de comida. Así de simple”, sentenció el Dr. Eriksen.

De fuentes territoriales llega al océano 80 por ciento de las partículas de plástico (PNUMA, 1995), la mayoría de los cuales no se pueden quitar del agua en razón de su pequeñez y abundancia. La solución del problema consistiría en reciclar en tierra los restos de plástico antes de que se internen en el mar, pero actualmente sólo se procesa de 3 a 5 por ciento del desecho. Más de dos tercios de la superficie terrestre están cubiertos por océanos y mares interconectados. El problema es global.

Juan Gelman ha sido galardonado con el Premio Cervantes 2007 .

Otras noticias relacionadas:

The independant: “The world’s rubbish dump: a garbage tip that stretches from Hawaii to Japan


Feb. 14 2008

La desaparición de manglares alcanza un nivel alarmante

Desde 1980 se ha destruido el 20% de su superficie, aunque el ritmo se ha reducido.

Los daños económicos y medioambientales causados por la alarmante pérdida de manglares en muchos países son una cuestión que debe ser abordada con urgencia, advirtió hoy la FAO en un llamamiento por una mejor protección y programas de gestión para los manglares.

El planeta ha perdido alrededor de 3,6 millones de hectáreas de manglares desde 1980, lo que equivale a una pérdida alarmante del 20 por ciento del área total, según un reciente estudio de evaluación de manglares de la FAO titulado “Los manglares del mundo 1980-2005”.

Según el informe, el área total de manglar disminuyó de 18,8 millones de hectáreas en 1980 a 15,2 millones de ha en 2005. Sin embargo, ha habido una disminución en el ritmo de pérdida de manglares: de unas 187 000 ha destruidas anualmente en los años 80 a 102 000 ha anuales entre 2000 y 2005, reflejo de una mayor concienciación del valor de estos ecosistemas.

Los manglares son importantes zonas húmedas forestales y la mayoría de los países han prohibido su conversión para la acuicultura y evalúan el impacto medioambiental antes de utilizar las áreas de manglares para otros fines”, aseguró Wulf Killmann, Director de la División de los Productos y Economía Forestales de la FAO, con motivo del Día Mundial de los Humedales (2 de febrero de 2008).

“Ello ha conducido a una mejor protección y gestión de los manglares en algunos países. Pero en conjunto, la pérdida de estos bosques costeros continúa siendo alarmante. La tasa de pérdida de manglares es significativamente más alta que la pérdida de cualquier otro tipo de bosques. Si continúa, su deforestación podría conllevar graves pérdidas en la biodiversidad y en los medios de subsistencia, además de la intrusión salina en las áreas costeras y la acumulación de sedimentos en los arrecifes de coral, puertos y rutas de navegación. El turismo también sufrirá las consecuencias. Los países deben comprometerse a una conservación más eficaz y la gestión sostenible de los manglares y otros ecosistemas húmedos”, añadió Killmann.

La destrucción continúa

Asia sufrió la mayor disminución neta de manglares desde 1980, con más de 1.9 millones de hectáreas destruidas, fundamentalmente debido a cambios en el uso de la tierra. América del Norte y Central y África también contribuyeron significativamente a la disminución del área de manglar, con pérdidas de unas 690 000 y 510 000 hectáreas respectivamente en los últimos 25 años.

A nivel nacional, Indonesia, México, Pakistán, Papua Nueva Guinea y Panamá registraron las mayores pérdidas de manglares durante los años 80. En este grupo de países desaparecieron cerca de un millón de hectáreas: una extensión comparable a la de Jamaica. En los 90, Pakistán y Panamá consiguieron reducir su tasa de pérdida de manglares. En cambio, Viet Nam, Malasia y Madagascar sufrieron una mayor deforestación y pasaron a formar parte de los cinco países con mayores pérdidas de área de manglar en la década de los 90 y en el período 2000-2005.

La FAO citó la alta presión demográfica, la conversión a gran escala de las zonas de manglares para la cría de peces y camarones, la agricultura, las infraestructuras y el turismo, además de la polución y los desastres naturales, como las principales causas de la destrucción de los manglares.

Bien protegidos

“En el lado positivo, una serie de países ha experimentado un aumento del área de manglar con el paso del tiempo, incluyendo Bangladesh”, dijo Mette Wilkie, Oficial Superior Forestal. “Parte de la mayor área de manglares del mundo –añadió-, la reserva forestal de Sundarbans en Bangladesh, está bien protegida, y no se han producido grandes cambios en su extensión en estas últimas décadas, aunque se registraron algunos daños en los manglares tras el reciente ciclón de 2007. En Ecuador, el abandono de los estanques y las estructuras dedicadas a cría de camarones y la producción de sal condujo a la reconstrucción de varias áreas manglares”, apuntó.

Los manglares son bosques perennes resistentes a la sal que se extienden a lo largo de los litorales, lagunas, ríos o deltas de 124 regiones y países tropicales y subtropicales, protegiendo el área costera de la erosión, los ciclones y el viento. Los manglares son ecosistemas importantes que suministran agua, comida, forraje, medicina y miel. También son hábitats para muchos animales como cocodrilos y serpientes, tigres, ciervos, nutrias, delfines y pájaros. Una amplia variedad de peces y mariscos dependen también de estos bosques costeros y los manglares ayudan a proteger a los arrecifes de coral de los sedimentos de las tierras altas. Indonesia, Australia, Brasil, Nigeria y México representan conjuntamente el 50 por ciento del área total de manglar de todo el planeta.

La evaluación sobre los manglares del mundo 1980-2005 fue preparada en colaboración con especialistas de todo el mundo y fue cofinanciada por la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (OIMT). La FAO y la OIMT están trabajando actualmente con la Sociedad Internacional de Ecosistemas de Manglares y otras organizaciones asociadas para producir un Atlas Mundial de los Manglares que se publicará en este mismo año.

Para más información: www.fao.org


Feb. 11 2008

Los delfines ganan al ejército de Estados Unidos

Una juez norteamericana prohíbe el uso de un sonar militar en un santuario de cetáceos

SERGIO ROSSI -Público

Por primera vez, la justicia se pone de parte de los cetáceos para acotar el uso de tecnología sonar en unas maniobras militares de la US Navy, la armada estadounidense. El pasado 3 de enero, la juez federal Florence-Marie Cooper dictó una sentencia histórica. En las maniobras militares programadas por los norteamericanos para dentro de un año, no podrá utilizarse el sonar tipo MFA (Mid-Frequency-Active Sonar) en una franja costera de más de 22 kilómetros en California, considerada un santuario de cetáceos.

La juez se basa, entre otros, en los estudios científicos de Robin Baird, del Cascadia Research Collective, en Washington, en los que el investigador demuestra la causa-efecto de determinado tipo de aparatos cazasubmarinos. El sistema de detección de sumergibles utiliza embarcaciones en las que se coloca un emisor-receptor de ondas de alta intensidad y baja frecuencia, capaces de detectar un objeto a más de 100 kilómetros de distancia.

Hemorragias internas

En este radio, las ballenas ya detectan las ondas, por lo que pueden huir apresuradamente del lugar o, en el peor de los casos, perder el control y varar en las playas tras sufrir graves daños, como hemorragias internas o accidentes de descompresión.

La sentencia judicial tiene tras de sí una larga historia de varamientos y muertes poco explicables relacionadas con maniobras militares. Ya en 1998, un artículo publicado en la revista Nature por el investigador Alexander Frantzis daba como principal motivo del varamiento de 14 ballenas en playas griegas las maniobras de la OTAN con tecnología similar, el LFAS (Low Frequency Active Sonar).

“Me costó el puesto de trabajo en mi universidad”, comenta Frantzis, al que después volvieron a incorporar como profesor de investigación. Demasiada coincidencia: no podía ser que una especie como el zifio, que apenas sufre varamientos, se encontrase desperdigado por las playas justo después de unas maniobras militares. “Las ballenas, cuando varan por desorientación u otras causas, lo suelen hacer todas en un mismo punto”, comenta. “Pero, en las playas de Kyparissiakos, las ballenas se encontraban alejadas unas de otras, como salidas de puntos muy distintos”, asegura el profesor.

Tras un largo recorrido, la ciencia ha demostrado las posibles causas que provocan los varamientos y muerte de estos mamíferos marinos a través de rigurosos estudios, en una carrera contra el reloj acelerada durante esta última década. Y lo más curioso es la causa que los provoca: según la hipótesis científica más plausible, los animales -delfines, calderones, zifios- identificarían las señales de baja frecuencia de los cazasubmarinos con los infrasonidos emitidos por las orcas, las ballenas asesinas.

Presas del pánico

Robin Baird explica las consecuencias de esta confusión: “Presos del pánico, los animales de estas especies subirían a la superficie sufriendo graves lesiones por la rapidez del ascenso, que los mataría tras un accidente de descompresión súbita”.

La US Navy acata a regañadientes la sentencia de la juez Florence-Marie Cooper, pero no está de acuerdo con ella. Este tipo de sistema de detección es considerado básico para la defensa nacional, pues con pocos barcos se puede abarcar un área muy grande gracias a la potencia de estos aparatos. A pesar del reducido tamaño del espacio en el que se prohíbe la utilización de este tipo de tecnología en las costas de California (más de un científico lo ve como algo casi simbólico), el resultado de años de investigación ha desembocado en una sentencia sin precedentes.

En España ya existe un acuerdo

En 2002, unas maniobras para probar la potencia de los detectores submarinos provocaron el varamiento de 27 cetáceos, de los cuales 14 murieron. A raíz de este incidente, en 2003, el Ministerio de Defensa español comenzó a reconocer los posibles efectos de las maniobras militares como causa de mortalidad de los cetáceos, pero no ha tomado cartas en el asunto hasta fechas muy recientes.

El 17 de diciembre de 2007, se firmó un convenio de colaboración entre el Gobierno canario y los ministerios de Defensa y Medio Ambiente. Según este acuerdo, se invertirán 800.000 euros durante los próximos tres años para comprender mejor la distribución, abundancia y comportamiento de los cetáceos presentes en el archipiélago canario. Además, se limitan claramente las maniobras militares a más de 50 millas náuticas de la costa y se restringe el uso de determinado tipo de aparatos para no perjudicar las poblaciones locales.


Ene. 18 2008

Pesca de arrastre, una historia de dos lugares

Les Watling de la Universidad de Hawaii, compara en éste vídeo dos lugares, el primero arrasado por las redes de arrastre y el segundo un fondo no alterado (todavía).

Como el formato del vídeo es un poco raro os pongo el link aquí (un poco de paciencia; le cuesta un poco cargarse pero se ve bien).


Ene. 15 2008

La triste historia del tiburón que se quedó sin aleta

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Se ha disparado el ‘finning’: pescar el tiburón, cortarle la cola, y devolverlo al mar

PANCHO TRISTÁN - Santiago de Compostela

Público.es

Esta historia son dos. Por una parte, la de la aleta por la que muere el pez. La sopa de aleta de tiburón es una delicia tradicional de la comida china. Y el desarrollo económico del país asiático ha provocado un crecimiento en la demanda de este producto hasta el punto de que se pagan hasta 700 dólares por kilo en el mercado de Hong Kong, más del triple de lo que costaban los percebes más caros en los mercados gallegos durante la pasada Nochebuena –130 euros–. Con el precio se ha disparado el finning, la práctica de pescar el tiburón, cortarle la cola y devolver al mar el cadáver amputado.

Por otra parte, también es la historia de un grupo ecologista –Oceana– que asegura que hay barcos españoles lucrándose con este negocio, y de unos armadores que dicen que no, que ellos son los primeros interesados en que se regule la pesca del tiburón, dejando una sentencia para el catálogo de la firmeza: “No vamos a permitir que nadie nos quite la bandera de la defensa del tiburón”.

La frase es Joaquín Cadilia, vicepresidente segundo de la Confederación Española de Pesca (Cepesca). Dice Cadilia que los barcos españoles son los que llevan más tiempo desarrollando la pesca del escualo, que no practicaron ni practicarán finning. El armador trata de evitar, así, las acusaciones, pero insinúa que hubo flotas de otros países que sí lo practicaron. Y pide regulación para las capturas de tiburón: “si no se regula no hay sostenibilidad, ni hay industria, ni hay negocio”.

“Peligro crítico”

El panorama, según las investigaciones de Oceana, es más que complicado. Hay especies de tiburón, como la mielga, que corren “peligro crítico”, aseguran, en determinados caladeros. También, especies como el marrajo, que están entre las preferidas de los barcos pesqueros españoles, se encuentran en peligro de extinción en determinadas zonas.
Su desaparición sería dramática para los ecosistemas de los que forman parte. La investigadora marina Rebeca Greenberg aferra su discurso a la gravedad de la situación: “porque el tiburón está en la cima de la cadena trófica o alimentaria, es determinante en la población de sus presas”. Donde desaparecen los tiburones puede alterarse el equilibrio de los ecosistemas marinos.

Para Greenberg, “la sobrepesca es la principal causa” del problema. Según un estudio realizado en 2006 por organizacionesecologistas chinas y estadounidenses, el 35% de los chinos asegurabahaber comido sopa de aleta de tiburón el año anterior.

Explica la investigadora de Oceana que tres barcos españoles fueron sorprendidos descargando en puertos internacionales tiburones para cuya pesca no estaban autorizados. Entre los que cita está el Mariané. Y el portavoz de los armadores dice a Público desde el otro lado del teléfono: “Yo soy el armador y el capitán de pesca del Mariané”.

Cadilia asegura que Oceana acusa al Mariané de haber descargado tiburón porque atracó en Tahití en el mes de noviembre. “Fuimos a cargar combustible, el barco no lo descargamos hasta hace unos días”.

Y Cadilia insiste en que la flota española tiene una gran tradición en la pesca del tiburón en el mundo entero, en que se han dirigido a las autoridades españolas, a las comunitarias y a los organismos de control pesquero, para pedir que se regulen la captura del tiburón. “Incluso hubo gente de WWF participando en reuniones con nosotros.

Trabajamos muy de la mano de expertos oceanógrafos, por eso me preocupa el trato que se le está dando a este asunto. La aleta sólo es el 10% del tiburón, y el resto es una carne muy rica en proteínas que tiene mucha entrada en determinados mercados, aunque es cierto que no tiene mucha entrada en algunos asiáticos. Pero ningún barco español practica finning”.

Regulación inmediata

Hay una coincidencia de fondo entre armadores y ecologistas. Unos piden que se regulen las capturas y otros que se reduzcan. Hay 170 barcos españoles dedicados a la pesca de este escualo. “Somos los primeros en querer regular. –insiste Cadilia– No vamos a dejar que nadie nos coja la bandera de la sostenibilidad”.

Mientras tanto, Ocena pide más atención para el escualo, y recomienda que se ponga en marcha un plan de acción europeo para los tiburones”. Si armadores y ecologistas están realmente de acuerdo, el pez está ahora en las redes de los políticos.


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