Ene. 28 2009

Los océanos se mueren

Aumentan las zonas muertas en los océanos por la falta de oxígeno, despojando a los océanos de los nutrientes necesarios y aumentando la mortalidad

[Público]

Un calentamiento global podría dejar a los moradores de los océanos sin aliento. Un equipo de investigación danés ha demostrado que este hecho provoca un incremento de las zonas muertas, áreas oceánias con baja calidad de oxígeno. Como consecuencia de este aumento de las zonas muertas, los océanos carecerán de los nutrientes necesarios y las formas de vida superior, como los peces, podrían no ser capaces de sobrevivir.

En las regiones costeras, estas zonas muertas pueden estar provocadas por un exceso de fertilizantes de la agricultura escurridos al mar. Por ello, la recuperación de estas zonas pasaría por un mayor control del uso de fertilizantes. Sin embargo, la ampliación de las zonas de bajo oxígeno provocadas por la quema de combustibles fósiles y el calentamiento global seguirán así durante miles de años, afectando negativamente al futuro de la pesca y a los ecosistemas marinos.

“Esta expansión de las zonas muertas de los océanos llevará a aumentar la frecuencia y la gravedad de la mortalidad de peces y mariscos”, explica el profesor Gary Shaffer, del Niels Bohr Institute de la Universidad de Copenhage, que encabeza el equipo de investigación del Danish Center for Earth System Science (DCESS), en un documento sobre el agotamiento del oxígeno del océano como respuesta a las emisiones de dióxido de carbono de los combustibles fósiles, publicado en Nature Geoscience.

Debilitación de la circulación oceánica

Para constatar este efecto, el profesor Shaffer realizó numerosas proyecciones que se extienden a 100.000 años en el futuro, junto con numersos científicos experimentados, como el oceanográfico Sreffen Olsen. “Si como en muchos modelos de simulación del clima, la circulación oceánica se debilita enormemente en respuesta al calentamiento global, estas zonas de mínimo oxígeno se ampliarán aún más, invandiendo las profundidades de los océanos”, añade Shaffer.

Pero las consecuencias del calentamiento global van más allá. Como consecuencia del proceso de desnitrificación, estas zonas muertas son despojadas de los nutrientes esenciales para los océanos. A su vez, esto cambiaría la producción biológica en la iluminación de las capas superficiales del océano hacia las especies de plancton que son capaces de fijar el nitrógeno disuelto libre. Esto conduciría a grandes e imprevisibles cambios en la estructura de los ecosistemas oceánicos, además de otras modificaciones que pueden derivarse de la acidificación de los océanos, la otra gran consecuencia oceánica de la alta concentración de dióxido de carbono por la quema de combustibles fósiles.

En este sentido, el profesor Shaffer advierte que “el futuro de los oceános como gran reserva de comida podría ser más incierto. Es necesario que las próximas generaciones reduzcan las emisiones de combustibles fósiles para limitar el agotamiento del oxígeno, la acidificación y sus efectos adversos a largo plazo”.


Ene. 03 2009

La Gran Barrera de Coral australiana para de crecer a causa del calentamiento del mar

La caída sin precedentes está causada por el calentamiento del agua de los mares y el aumento de la acidez que se deriva de la subida de dióxido de carbono en la atmósfera

[Público]

El crecimiento de la Gran Barrera de Coral de Australia, una de las de mayor riqueza biológica del mundo, ha descendido un 14% desde durante los últimos 19 años. El hecho pone en peligro su supervivencia, según un estudio publicado por el Instituto Australiano de Ciencias Marinas.

Dicho estudio destaca que la caída sin precedentes del crecimiento de los corales en la famosa barrera situada en la costa oriental de Australia, en el estado de Queensland, está causada por el calentamiento del agua de los mares y el aumento de la acidez que se deriva de la subida de dióxido de carbono en la atmósfera.

“Durante 400 años (el crecimiento de los corales) ha sido estable, hubo pequeñas caídas, mientras que ahora estamos experimentando una caída constante”, apunta el experto del Instituto, Glenn Death, en un comunicado.

Según el científico australiano, la situación en la barrera empezó a variar en 1990, cuando se detectó una caída del crecimiento del 0,3% y una menor calcificación en los corales.

“De continuar esta misma tendencia los corales de la barrera dejarán de crecer en 2050″, apunta el experto en su informe.

Pos su parte la coautora del estudio, Janice Lough, observó que “es muy preocupante que estos cambios sean ya tan evidentes, con los cambios climáticos relativamente modestos observados hasta el momento, y en el ecosistema de arrecifes coralinos mejor protegido y gestionado del mundo”.

Además del incremento de las temperaturas, como consecuencia del calentamiento global, la absorción oceánica del dióxido de carbono atmosférico es un grave problema para los 2.600 arrecifes que forman la barrera coralina, recoge el estudio publicado por la revista científica Science.

Death explica que el proceso por el que el océano absorbe el dióxido de carbono hace que aumenten los niveles de acidez en el agua del mar, y esta mayor acidez frena la calcificación de los corales, indispensable para que crezcan.

En su estudio, los autores explican que los corales adquieren dureza mediante absorción de los materiales que se disuelven en el agua del mar, y que cuando grandes cantidades de dióxido de carbono atmosférico llegan al agua del mar, los cambios químicos resultantes reducen la capacidad de estos organismos marinos de formar sus esqueletos.

“Los esqueletos de los corales son el núcleo de los ecosistemas de arrecifes. Su gran complejidad ofrecen un hábitat para miles de especies de plantas y animales asociadas con el arrecife”, añade el estudio científico.

Varios experimentos realizados con anterioridad en laboratorio sirvieron para conocer que la calcificación se reduciría a causa del incremento de la acidez, pero el nuevo estudio del Instituto es el primero que demuestra que la falta de calcificación de los corales de la barrera es ya un hecho.

Para realizar el estudio se analizaron también las estadísticas sobre crecimiento el anual de los corales de 69 arrecifes de toda la Gran Barrera durante los últimos 400 años.


Mar. 24 2008

Plásticos a la deriva

Alrededor del 80% de los residuos flotantes en el mar proviene de tierra firme

SERGIO ROSSI - Público

Un buceador nada junto a una montaña de basura frente a la costa libanesa. AFPLos ciudadanos de este planeta hemos pasado de generar unos 30 millones de toneladas de plástico al año en la década de 1970 a casi alcanzar los 200 millones de toneladas a principios del nuevo siglo. Botellas, envases, separadores, bolitas para proteger productos, bolsas y un largo etcétera jalonan una cadena productiva en la que las diferentes formas, composiciones y texturas del plástico se han convertido en parte de la clave del éxito tecnológico y económico de nuestra sociedad. Pero se han convertido también en un problema de primera magnitud para los ecosistemas marinos.

“Un 44% de las aves marinas consume habitualmente esta basura”

El plástico es útil y muy barato. Un kilo de estrellas de plástico para embalar no cuesta más de 1,3 euros y ocupa un volumen considerable. Sin embargo, parte de estos productos (alrededor de un 10% del plástico producido, según la zona del mundo) van a parar al mar por las cloacas o empujados por las riadas. Alrededor del 80% de los residuos flotantes proviene de tierra firme. Las corrientes superficiales y las mareas los trasportan, y tienden a acumularlos en el centro de los llamados “giros oceánicos”. En la zona central de estos giros, como el del Atlántico Norte (mar de los Sargazos) o Pacífico Norte, los vientos son flojos y las corrientes, muy débiles. “Los plásticos se acumulan en zonas poco transitadas por la navegación, lejos de la costa”, comenta Rei Yamashita, de la Universidad Japonesa de Mie. “La corriente Kuroshio, una de las más importantes del planeta, desplaza grandes cantidades de objetos flotantes desde las costas de China, Corea y Japón, países fuertemente industrializados, hacia el giro del Pacífico central”. Y los residuos, en grandes cantidades también, provienen, en esa zona, de la costa de California y Oregón, en Estados Unidos.

Alimento de aves

En ésta y otras áreas, como los giros del Mar del Norte, la acumulación de residuos es un hecho muy preocupante. “Sólo en la zona que se encuentra entre Gran Bretaña, Holanda, Alemania y Noruega se cuantifican, con pescas pelágicas, robots submarinos y transectos visuales, hasta 600.000 toneladas de residuos flotantes y sumergidos”, asegura Gerard Cadée, del Instituto Holandés de Investigaciones Marinas. “Más de un 80% de los residuos flotantes de tamaño medio y grande tienen marcas de haber sido picados por aves marinas”, añade.

“Sólo en el Mar del Norte hay 600.000 toneladas de residuos”

Y es que el problema es mucho más que estético. Los plásticos -de diferentes formas, texturas, flotabilidad y tamaño- están interfiriendo en diferentes componentes de los ecosistemas marinos. “La ingesta por parte de los organismos marinos como aves, tortugas, peces, calamares es muy elevada”. David Shaw trabaja en el Instituto de Ciencias Marinas de la Universidad de Alaska y ha podido constatar que los polluelos de especies como albatros y petreles son los más perjudicados. “Los adultos ven los pequeños trozos de plástico, incluidos tapones o bolas de polyexpan como presas potenciales, los ingieren, llevan al nido y regurgitan”, explica. La ingesta es selectiva, ya que texturas, formas y colores determinados confunden a los organismos que los identifican con presas potenciales. Si no han muerto antes, las aves regurgitan estos objetos, que acaban con la vida de las nuevas generaciones.

Recientemente se ha descubierto que muchos de estos plásticos de pequeño y mediano tamaño son capaces, además, de acumular tóxicos como el DDT y PCB. “La acumulación de tóxicos en los plásticos flotantes ha sido comprobada”, asevera la doctora Lorena Rios, de la University of the Pacific, en un artículo del Marine Pollution Bulletin. “Y lo peor es que un 44% de las especies de aves marinas los consumen de forma rutinaria”, añade.

El problema sería anecdótico si la cantidad de plásticos que flota fuese insignificante. Pero, en determinadas zonas de acumulación como el Mar de los Sargazos y el giro del Pacífico Norte, se ha comprobado que existe una extensión de residuos enorme. “Pudimos comprobar que, en estas zonas, la relación entre el peso del plancton y el peso del plástico y otros objetos flotantes era de uno a seis: es decir, que por un kilogramo de plancton hay seis de desperdicios”. Charles Moore, junto con el profesor retirado Curtis Ellesmeyer del Algalita Marine Research Foundation, es uno de los investigadores implicados desde hace más de una década en este problema. “No sabemos el impacto que tiene tanto material para los ecosistemas marinos, pero está claro que están interfiriendo en las cadenas alimentarias y puede que en el propio funcionamiento del sistema”.

En algunas zonas se ha calculado que la nube de residuos puede alcanzar entre 20 y 30 metros de profundidad. En todo caso, es un tema poco estudiado, en el que unos cuantos especialistas (incluidos científicos de nuestro país) tratan de llamar la atención de los posibles efectos del gran vertido de sólidos que tienen que soportar los mares.

El Mediterráneo, el primero

El Mediterráneo, debido a su gran concentración urbana, industrial y agrícola en su litoral, es uno de los lugares más afectados por este fenómeno. Hasta un 90% de los objetos flotantes de nuestras costas provienen de las cuencas fluviales o las cloacas. “El problema de estos objetos es que pueden ser portadores de especies invasoras”, dice la doctora Mercedes Masó, del Instituto de Ciencias del Mar-CSIC. El turismo es el que produce gran parte de la marea de residuos. “En Mallorca pueden encontrarse hasta 36 objetos por metro en las playas”, constata en un artículo reciente Lorena Martínez-Ribes, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados-CSIC.

Basura que dura más de 500 años

En el mar, la degradación es más lenta que en tierra, en parte porque la temperatura es más constante y baja, y en parte porque están más protegidos de la acción de los rayos UV del sol. Las estimaciones de degradación de la mayoría de residuos sólidos de origen artificial indican que su desaparición supera la escala de tiempo de vida de un ser humano:

* Billete de Metro: 2-6 semanas.

* Colilla: 5-10 años.

* Bolsa de plástico: 25-50 años.

* Bamba o bota: 250-400 años.

* Botella de PVC: más de 500 años.


Mar. 04 2008

Ácido en el océano

La mitad del CO2 que se emite a la atmósfera es absorbido por los mares y provoca su acidificación, lo que afecta seriamente a los arrecifes de coral

Un grupo de peces nada en un arrecife de coral del Mar Rojo. AFPSERGIO ROSSI - Público

Durante los últimos 200 años, cerca del 50% del CO2 emitido a través de los combustibles fósiles ha sido absorbido por los océanos del planeta. Este aparente buen dato de mitigación de un gas de los llamados de efecto invernadero y de los más peligrosos, tiene un efecto perverso todavía poco entendido, pero que ya ha empezado a producirse: la acidificación de nuestros mares.

Aunque el proceso es algo complejo, la conclusión es que esa acidificación, medida como pH (o concentración de iones H en el agua) va a afectar, de forma irreversible, a muchos organismos marinos, hasta el punto de que puede acabar, incluso, con determinados arrecifes de coral, sobre todo de la zona austral.

El pH de las aguas que componen los mares es ligeramente alcalino (pH 8-8.3), es decir, supera el pH neutro (que se cuantifica como pH 7). Como es lógico, los ciclos de vida de los organismos se han adaptado a estas condiciones de pH, que no siempre fueron así. “Sabemos que, hace unos 55 millones de años, los mares eran bastante más ácidos que ahora, lo que produjo la desaparición de muchas plantas y animales marinos de nuestro planeta”, comenta Ken Caldeira del Instituto Carnegie de Washington. “El problema”, añade el experto, “es que ahora la acidificación se ha acelerado respecto a ese periodo”.

Hace 55 millones de años

Todo esto significa que el pH disminuye a una velocidad sin precedentes. De hecho, lo que se sabe a ciencia cierta es que, respecto al llamado periodo pre-industrial, el pH ha bajado unas 0,1 unidades a día de hoy. “Fueron necesarias unas 2.000 gigatoneladas de CO2 para llegar a los niveles de pH que entorpecieron los ciclos de determinados organismos marinos hace 55 millones de años”, apunta James Zachas del Departamento de Ciencias Terrestres y Planetarias de la Universidad de Santa Cruz, en California.

“Según cálculos recientes, sin embargo, nosotros podríamos llegar a producir 5.000 gigatoneladas de CO2 en los próximos 300 años”, añade Zachas. Como explica el experto, “eso sería mucho más CO2 en los océanos, que se acidificarían más y más deprisa que en aquella remota época”. No hace falta irse tan lejos. En el año 2100, según los cálculos de los expertos, el pH podría haber caído entre 0,3 y 0,4 puntos.

Quizá ese rango de oscilación en estos valores no parezca excesivo, pero hay que recordar que estamos hablando de escalas logarítmicas (el pH se mide de esa forma) y que el aumento de iones no es bueno para la formación de carbonato de calcio (CaCO3), del que dependen infinidad de organismos para lograr crear sus estructuras, conchas o protecciones.

Es el caso, por ejemplo de los arrecifes coralinos. “Sabemos que los corales han aparecido y desaparecido a lo largo de los últimos 200 millones de años”, comenta Adina Paytan, investigadora de la Universidad de Stanford en California. “Y se ha probado que la acidificación de los océanos coincide con algunas de esas lagunas temporales en las que estos bioconstructores desaparecen. La bajada del pH, explica la científica estadounidense, “disminuye la disponibilidad de material para construir conchas, estructuras o protecciones”.

Los organismos suelen conseguir adaptarse a este tipo de situaciones, pero, en el caso de los corales, el problema puede ser que la acidificación desemboque en la desaparición del arrecife en sí. “Son cunas de biodiversidad, refugio y fuente de alimento para una inmensa cantidad de especies”, explica Paytan.

Mapa del problema

Los científicos que han estudiado este problema han podido realizar un mapa en el que se ofrecen aproximaciones de dónde afectaría más la acidificación. Según sus conclusiones, las aguas de la zona austral del planeta serán las más afectadas. Y allí es donde se concentra más vida.

Muchos organismos planctónicos lo tendrán más difícil para sobrevivir, como unas pequeñas algas llamadas cocolitofóridos o unos protozoos muy abundantes, los foraminíferos. Son base de la cadena alimentaria, y la imposibilidad de crear sus estructuras de CaCO3 (principalmente aragonita y calcita) tendrá consecuencias en su ciclo de vida.

Otros organismos pueden también sufrir las consecuencias, especialmente, todos aquellos que tengan como base de su existencia la formación de algún tipo de concha. A este proceso se le llama acidosis, y se sospecha que incluso algunos peces y otros organismos superiores podrían padecerlo.

La acidosis es grave porque podría deprimir el sistema inmune, alterar las relaciones metabólicas y producir dificultades respiratorias. Pero no todos saldrán perdiendo. “Hay muchos grupos de algas que no basan su existencia en la formación de estructuras carbonatadas”, dice Scott Doney, del departamento de química marina del Instituto Woods Hole. “Sin embargo”, reconoce el experto, “la alteración debida a la acidificación de nuestros océanos es una verdadera incógnita”.

“No ha habido una situación como la actual”

La doctora Patrizia Ziveri, del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona, es una investigadora Ramón y Cajal cuyo trabajo científico se basa, en gran parte, en el estudio de las causas y consecuencias de la acidificación de los océanos. En enero de este año se ha producido una importante reunión en Las Palmas sobre este tema donde, tal y como explica la experta, se discutieron las bases científicas que se deben presentar, sobre todo, al Comité sobre Cambio Climático de la UE, así como a la propia comunidad científica. “También se describieron y comentaron las posibles consecuencias socioeconómicas de un cambio ambiental de tanta envergadura”, añade la experta.

¿Desde cuándo se estudia la acidificación de los océanos?

En realidad, hace poco que se ha empezado a estudiar. Sólo ahora, cuando hemos empezado a ser conscientes del problema, se están realizando reuniones y se están financiando proyectos.

La velocidad de acidificación, ¿es similar a la de otras épocas geológicas anteriores?

Todavía es pronto para decirlo, pero todos los indicios apuntan a que no ha habido una acidificación tan rápida como la actual, excepto, quizás, en el famoso límite K/T: cuando se extinguieron los dinosaurios.

¿Se han hecho experimentos de acidificación con el plancton capaz de realizar la fotosíntesis?

Mi grupo está desarrollando experimentos en los que, en cultivos, se observa la disminución de la calcificación a medida que aumenta la acidificación del agua.

¿En qué proyecto relacionado sobre la acidificación estás trabajando ahora?

Trabajo en dos líneas principales: la primera estudia la respuesta de los organismos ante la acidificación. La segunda investiga cómo, en el pasado, organismos similares respondieron ante fenómenos de acidificación también similares.


Feb. 18 2008

La gran sopa del Pacífico

Juan Gelman
[vía rebelión]

Es de desechos de plástico, flota en el Océano Pacífico, nace en la costa de California, pasa Hawai, llega casi al Japón y tiene una superficie que duplica el territorio continental de EU. Esta “Gran mancha de basura del Pacífico” —así la llaman— fue descubierta en 1997 y por mera casualidad. El ex marino y oceanógrafo estadunidense Charles Moore partió de Los Ángeles con su yate para participar en una carrera en Hawai, tenía prisa, evitó las rutas más frecuentadas y el atajo lo llevó al descubrimiento. Navegó contra una selva de botellas y restos de plástico día tras día durante una semana. Su asombro y su disgusto fueron tales que vendió todas sus empresas, se convirtió en un activista de la preservación del océano y creó la Fundación Algalita de Investigaciones Marinas (AMRF, por sus siglas en inglés). No se conocen otros casos de herederos de grandes fortunas petroleras que hayan incurrido en semejante actitud.

Alrededor de 100 millones de toneladas de desechos de plástico flotan en la región. Markus Eriksen, investigador de AMRF, declaró recientemente: “La gente pensaba que era un isla de basura plástica sobre la que casi se podía caminar. No es así. Es como una sopa de plástico”. Que suele convertir a las playas de Hawai en un sucio vertedero. La mayor parte de esos residuos no proviene —como antes— de los buques que surcan las aguas del Pacífico. Sus principales abastecedores moran en tierra firme. Producen 60 mil millones de toneladas de plástico cada año y los residuos de su materia prima son tan livianos que pueden ser arrastrados por los vientos y mantenerse en la superficie de las aguas. Se estima que constituyen 90 por ciento de los desperdicios que padece el norte del Pacífico central; flotan y recorren largas distancias a lomo de las corrientes marinas. No sin consecuencias contrarias a la biodiversidad del medio.

La AMRF señala en un informe que las partículas de plástico afectan al menos a 267 especies marinas en todo el mundo, incluyendo a 86 por ciento de todas las clases de tortugas (www.algalita.org, 9 de abril de 2007). Aves y mamíferos marinos confunden las partículas con huevos de pescado. Un ejemplo: 40 por ciento de los pichones de albatros del atolón hawaiano de Midway muere prematuramente por esa confusión. En el estómago de algunos mamíferos se han encontrado jeringas, encendedores, cepillos de dientes y otros objetos que creyeron alimento. Se ignora cuánto tiempo debe transcurrir antes de que esas partículas se biodegraden. Los expertos calculan que no menos de cinco siglos.

La basura se acumula sin pausa en las aguas norteñas del Pacífico central: se multiplicó por tres en una década y en las costas del Japón se decuplica cada 2 o 3 años (www.plasticdebris.org, 2005). En esa región del océano hay seis vórtices de convergencia sometidos a una elevada presión atmosférica. Las corrientes marinas son débiles allí y el total de las partículas de plástico pesa seis veces más que el plancton de esos lugares (Los Angeles Times, 2 de agosto de 2006). Plancton que, como otros invertebrados marinos, también ingiere plástico para su desgracia y la ajena. Las partículas flotantes transportan además organismos marinos que emigran y esa mezcla biótica los convierte en especies depredadoras que también amenazan a la biodiversidad del medio. En las costas de la Florida han aparecido dos especies de esa índole que avanzan hacia el Caribe.

Un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) concluye que más de un millón de aves y más de cien mil mamíferos marinos mueren cada año por la ingestión de desechos plásticos. El problema es grave: para lograr mayor flexibilidad, duración y resistencia al calor del material, se agrega a la materia prima aditivos y substancias que convierten a los desperdicios en una suerte de esponjas químicas que absorben hidrocarbonos y pesticidas. Existe el peligro de que por esa vía ingresen a la cadena alimentaria humana. “Lo que entra en el océano, entra en esos animales y llega al plato de comida. Así de simple”, sentenció el Dr. Eriksen.

De fuentes territoriales llega al océano 80 por ciento de las partículas de plástico (PNUMA, 1995), la mayoría de los cuales no se pueden quitar del agua en razón de su pequeñez y abundancia. La solución del problema consistiría en reciclar en tierra los restos de plástico antes de que se internen en el mar, pero actualmente sólo se procesa de 3 a 5 por ciento del desecho. Más de dos tercios de la superficie terrestre están cubiertos por océanos y mares interconectados. El problema es global.

Juan Gelman ha sido galardonado con el Premio Cervantes 2007 .

Otras noticias relacionadas:

The independant: “The world’s rubbish dump: a garbage tip that stretches from Hawaii to Japan


Ene. 05 2008

En 2050 la acidez de los mares podría haber acabado con el 98% de los arrecifes del mundo

Ian Sample

The Guardian (traducido por Globalizate)

La mayor parte de los arrecifes coralinos del mundo están en peligro de desaparecer por el incremento de los niveles de gases tipo invernadero, advirtieron ayer varios científicos. Investigadores de Gran Bretaña, Estados Unidos y Australia, que trabajan con equipos de la ONU y el Banco Mundial, expresaron su preocupación después de que un estudio revelara que en el año 2050 el 98% de los arrecifes del mundo pueden ser demasiado ácidos para que los corales sigan creciendo.

La pérdida de los grandes arrecifes coralinos tendría un efecto devastador sobre numerosas comunidades, muchas de las cuales basan su existencia en los peces y otros tipos de vida marina que tienen su refugio en los arrecifes. Dejarían litorales sin protección contra la fuerza de las tormentas y dañarían los ingresos, a veces decisivos, procedentes del turismo. Una de las primeras víctimas de la acidificación de los océanos sería el gran arrecife barrera coralino de Australia, la más grande de las estructuras orgánicas del mundo.

Los océanos absorben aproximadamente una tercera parte de los 20.000 millones de toneladas de dióxido de carbono producidas cada año por la actividad humana. Aunque esto ayuda a ralentizar el calentamiento global, al quitar gas de la atmósfera, en el agua del mar se disuelve para formar ácido carbónico, cuyo nivel, al elevarse, es la causa de la disolución de los carbonatos. Uno de estos minerales, la aragonita, es utilizado por los corales y otros organismos marinos para el crecimiento de esqueleto. Este mineral es particularmente susceptible al ácido carbónico. Sin él, los corales se vuelven quebradizos y son incapaces de crecer y de reparar los daños causados por los peces, otros animales y la erosión natural.

Los científicos utilizaron simulaciones informáticas para modelizar niveles de aragonita en los océanos del mundo desde épocas preindustriales, cuando los niveles atmosféricos de dióxido de carbono eran de 280 partes por millón. Los niveles actuales de dióxido de carbono son de 380 partes por millón (ppm), pero los científicos esperan que esa cifra suba sustancialmente a finales de siglo.

El equipo examinó tres escenarios basados en las predicciones de emisiones de gases de efecto invernadero hechas por el Intergovernmental Panel on Climate Change de la ONU. El primero supone que el dióxido de carbono atmosférico se mantiene en los niveles actuales, lo que conduce a un incremento de temperatura de un grado a finales de siglo. En este escenario queda suficiente aragonita en los océanos para que los corales sigan creciendo.

El segundo escenario examina el efecto de niveles de dióxido de carbono de entre 450 y 500 ppm, lo que produciría un incremento de la temperatura global de 2 grados centígrados. En estas condiciones, solamente sobrevivirían los animales y corales muy duros.

En el peor escenario, cuando los niveles de dióxido de carbono se elevan por encima de 500 ppm, los modelos predecían un incremento de 3 grados centígrados y un importante incremento de la acidez de los océanos, causando la desaparición de la mayoría de los corales. El estudio aparece en Science.

“Antes de la revolución industrial, más del 98% de los arrecifes coralinos de agua templada estaban bañadas por aguas oceánicas con una saturación de aragonita de 3,5, lo que significa que los corales podían extraerlo fácilmente para crear los arrecifes”, dijo Long Cao, coautor del estudio perteneciente a la Carnegie Institution de Stanford. “Si el dióxido de carbono atmosférico se estabiliza en 550 ppm, e incluso para lograr eso haría falta un esfuerzo internacional concertado, no quedarían arrecifes de coral en ese entorno”.

Peter Mumby, ecólogo especialista en corales de la Exeter University, que colaboró en el estudio, afirmó: “Los arrecifes ayudan a proteger los literales de los daños de las tormentas y actúan como amortiguadores, por lo que sin ellos las tormentas llegarían finalmente a la costa”.

Bajo amenaza

Filipinas: uno de los centros coralinos más amenazados, sus arrecifes han de hacer frente a los daños derivados de la contaminación y las escorrentías causadas por la deforestación.

Golfo de Guinea: alrededor de 20 km cuadrados de arrecifes entre cuatro islas frente a la costa africana que están bajo la amenaza del desarrollo del litoral y la cosecha de corales.

Islas Sunda: parte del triángulo de coral, una de las áreas costeras con mayor diversidad. Amenazados ya por la pesca destructiva y el comercio de peces que tienen los arrecifes como hábitat.

Islas Mascareñas: los arrecifes que rodean las islas de Mauricio, Reunión y Rodríguez en la zona meridional del Océano Índico están amenazados por la contaminación de la industria del azúcar de caña y el desarrollo agrícola.

Este de Sudáfrica: junto a Cabo Floristic, este pequeño arrecife también está en situación de riesgo por la sobrepesca y el turismo.

Noticia original en The Guardian


Ene. 02 2008

El 80% de los residuos que hay en los océanos se arrojó en tierra firme

La ingestión de esta basura afecta sobre todo a aves marinas y tortugas

Por VANESSA SÁNCHEZ*

MADRID.- Esta imagen de la Fundación de Investigación Marina Algalita fue tomada en el atolón Kure, en Hawai. Los expertos de esta organización estadounidense especializada en la contaminación con plásticos de los océanos afirman que, si bien se trata de un caso extremo, están seguros de que el albatros fotografiado por Cynthia Vanderlip había ingerido todos los residuos que se ven en su cuerpo descompuesto. Según dicen, la única duda es si todos esos plásticos se los comió el ave sola o se los dieron sus padres.

Ave hallada en un atolón de Hawai.

Siempre que encontré basura acumulada en la costa que parecía haber sido arrastrada por el mar, imaginé que en su mayoría provenía de residuos vertidos desde barcos. Sin embargo, tras bucear en informes científicos del PNUMA y de la propia fundación Algalita, resulta que el 80 por ciento de estos residuos proviene de tierra firme. Y de este porcentaje, el 90% son plásticos: más de 4 millones de toneladas que acaban en los océanos cada año y que perduran en el medio ambiente hasta mil años.

La organización ecologista Greenpeace ha advertido de que se conocen al menos 267 especies diferentes que se han enredado o han ingerido algún tipo de material plástico: aves, tortugas, focas, leones marinos, mamíferos como delfines o ballenas y peces. Según informes de Naciones Unidas, hasta un millón de aves y 100.000 mamíferos marinos, mueren cada año por comer o quedar atrapados en desperdicios plásticos.

Los plásticos, además absorben otros contaminantes tóxicos y peligrosos que pueden estar presentes en el mar, (como contaminantes orgánicos persistentes), multiplicando su peligro.

Confundidos por alimentos, la ingestión de los plásticos afecta especialmente a las tortugas y a las aves marinas, pero constituye también un problema para los mamíferos marinos y los peces. Los residuos pueden obstruirles el tracto digestivo o llenarles el estómago, provocando malnutrición, inanición y, potencialmente la muerte.

Bote recogido en la playa de Ancoradoiro (A Coruña) hace dos años

En el caso de las aves marinas, 111 de 312 especies han ingerido basura. Uno de los efectos perjudiciales es la pérdida de peso como consecuencia de una falsa sensación de saciedad y el fracaso a la hora de ganar las reservas de peso necesarias para emigrar y reproducirse.

Cuando los residuos plásticos llegan a los océanos, no se degradan fácilmente. Pero sí que se erosionan y se fragmentan hasta transformase en pedazos diminutos del tamaño de un grano de arena que son ingeridos por pequeñas especies filtradoras, que a su vez son el alimento de peces y de otros animales marinos, que luego sirven de alimentos al ser humano.

Según el PNUMA, en los océanos hay en torno a 13.000 fragmentos de plásticos flotando por cada km2. Sobre estas balsas flotantes que navegan por los océanos siguiendo las corrientes marinas, se adhieren pequeñas criaturas que recorren largas distancias hasta llegar a costas extranjeras y donde, como en el caso del mejillón cebra en el Ebro, pueden causar graves daños a los ecosistemas. Los residuos plásticos se convierten de esta manera en un vector de especies invasoras que compiten por los recursos con las especies autóctonas.

¿Cómo llegan estos plásticos al mar desde tierra? Pues a través de una lluvia torrencial que arrastra todos los residuos callejeros por la red de alcantarillado, de vertidos industriales, de vertederos, de basura dejada por los turistas en la costa (juguetes, botellas de PVC, bolsas u otros plásticos olvidados en la playa, de plástico).

*Vanessa Sánchez es ambientóloga y trabaja en la Fundación Global Nature


Dic. 17 2007

En medio siglo la mayoría de los arrecifes coralinos del mundo desaparecerán

EFE

TORONTO (CANADÁ).- Aunque se cumplan las mejores previsiones sobre el cambio climático no se evitará la destrucción de la inmensa mayor parte de los arrecifes coralinos. Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por 17 científicos pertenecientes a 7 países. Peter Sale, profesor de la Universidad de las Naciones Unidas, y uno de los autores del estudio, señaló a Efe que “Incluso en el escenario más optimista, el futuro es muy problemático. Fácilmente supondrá la total desaparición de los arrecifes de coral“.

El problema estriba en que las emisiones de gases de efecto invernadero están acidificando las aguas de los océanos, haciendo inviable la existencia de este tipo de animales. De acuerdo con las estimaciones realizadas, hacia 2050 el 98% de las aguas en las que se encuentran arrecifes de corales serán demasiado ácidos para mantenerlos.

Este es el motivo por el que los autores del trabajo consideren imprescindible reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, cuestión que en estos momentos se está debatiendo en Bali.

Según el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, hacia 2100 la temperatura del planeta se habrá incrementado entre 1,6 y 4,2 grados. Pero sólo con que lo hiciera en un grado el daño causado a los corales sería enorme. Según Hoegh-Guldberg, profesor en la Universidad de Queensland (Australia) y uno de los autores del informe, este discreto aumento provocaría “una presión sobre los arrecifes coralinos que rápidamente causaría su blanqueado. Si la temperatura aumentara un poco más los corales que crean los arrecifes morirán en cantidades enormes”.

Además del daño ecológico -en muchos casos, irreversible- habría grandes pérdidas económicas. Por ejemplo, se reducirían considerablemente los ingresos por turismo generados por la Gran Barrera de Arrecife (Australia) que superan los 6.800 millones de dólares. Simplemente, no habría playas. Según Sale “Lo que mucha gente no entiende es que los granos de arena de esas playas proceden de los arrecifes coralinos. Sin los corales los arrecifes desaparecerán y con ella el suministro de arena”.


Jul. 17 2007

Contaminación por plásticos en los océanos del mundo

Greenpeace acaba de hacer público su informe “contaminación por plásticos en los océanos del mundo”.

Haz click en la imagen para descargar el informe completo en PDF (3Mb)