Oct. 10 2007

Los ecosistemas costeros son los más amenazados

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MANUEL ANSEDE - Público

Las praderas submarinas, como las enormes extensiones de Posidonia oceánica en el Mediterráneo, actúan como los canarios que acompañaban a los mineros en sus incursiones a las entrañas de la tierra: cuando el pájaro caía al fondo de la jaula, los trabajadores sabían que había llegado el gas grisú, y tocaba salir corriendo de la galería.

La metáfora es del investigador de la Universidad de Maryland (EEUU) Bill Dennison. Para este oceanógrafo, el ritmo de pérdida de superficie de las praderas submarinas puede rondar un área total similar a diez campos de fútbol a la hora.

Como los canarios de los mineros, esta desaparación advierte de la mala salud de los ecosistemas litorales.

Denison participó ayer en Madrid en el tercer Debate sobre Biología de la Conservación, organizado por la Estación de Investigación Costera del Faro de Cap Salines (centro mixto del CSIC y la Universidad de las Islas Baleares) y la Fundación BBVA .

Duro diagnóstico

En el encuentro, cinco expertos internacionales, moderados por el oceanógrafo del CSIC y premio Nacional de Investigación 2007 Carlos Duarte, presentaron los resultados de sus últimas investigaciones.

Su diagnóstico es cristalino: los hábitats costeros -corales, manglares, marismas y praderas submarinas- se han convertido en los ecosistemas más amenazados de la biosfera, a causa de la urbanización desmesurada de los litorales y los efectos del cambio climático.

Su tasa de pérdida es, por ejemplo, entre cuatro y diez veces más rápida que la que padecen las selvas tropicales.

Duarte sostiene que este ataque a los ecosistemas costeros no va a salir gratis al ser humano.

Su pérdida supondrá una reducción de los stocks pesqueros y una disminución de la capacidad del océano para secuestrar CO2, además de recortar la biodiversidad marina y afectar a los atractivos turísticos.

El profesor del instituto oceanográfico estadounidense Woods Hole Iván Valiela apunta otra consecuencia del aniquilamiento de los hábitats costeros: el aumento de la mortalidad humana.

En opinión de Valiela, “la pérdida de marismas en el Delta del Mississippi magnificó los daños provocados por el huracán Katrina en Nueva Orleans”, en agosto de 2005.

En el encuentro, la investigadora del Instituto de Estudios Avanzados del Mediterráneo Núria Marbà presentó los resultados de su proyecto Praderas.

Según la ecóloga marina, “el declive de las praderas de Posidonia, con un 5% de pérdida anual, tiene una relación directa con la especulación urbanística”.

Las costas catalanas y el litoral francés son las regiones más afectadas, debido a su casi completa urbanización.

El científico de la Universidad de Rhode Island (EEUU) Scott Nixon culpó a la agricultura de gran parte de los males oceánicos.

Para Nixon, el aporte excesivo de nitrógeno y fósforo en el litoral, a causa de la aplicación de fertilizantes agrícolas, está agudizando su degradación. “Es un problema que va a aumentar en el futuro, porque crecerá la población y sus necesidades alimentarias”, afirma. “Es un desafío para los científicos, pero también para la sociedad”, concluye.

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