Mar. 11 2007
Consumir con prudencia no es suficiente para salvar a los peces del mundo
Jennifer Jacquet, economista medioambientalista, es miembro del Proyecto El mar a nuestro alrededor (SAUP, por sus siglas en inglés) y del Centro de Productos de la Pesca de la University of British Columbia.
Hoy, encuentro un interesante artículo suyo dónde reflexiona sobre algunos aspectos de la comercialización de la pesca industrial:
“…Usted conoce la tilapia – todo el mundo concuerda en que es un tipo de pez sostenible sobre todo porque vive y se alimenta a base de una dieta vegetariana (por lo que no requiere de pescado en su alimentación).
La tilapia aparece en la columna de las “mejores opciones” en las guías de bolsillo sobre productos del mar (seafood wallet cards) donde se indican cuáles son las mejores y peores especies para el consumo. Durante años, las organizaciones ecologistas y sanitarias han resaltado los beneficios de la tilapia, y eso se nota. De hecho, recientemente se le llamó “el pescado más popular del mundo”.
La demanda de tilapia aumenta –solamente en los EE.UU. ha pasado del noveno lugar entre los pescados de mayor consumo en el 2003 al sexto lugar en el 2004. Por lo que no debería sorprendernos que ahora aparezcan impostores de la tilapia, como esta merluza.
La merluza del Pacífico es un pez carnívoro que los barcos pesqueros industriales capturan en mar abierto con sus largas redes en las que también quedan atrapadas tortugas, tiburones y aves marinas. La merluza está muy lejos de parecerse a la tilapia, pero por el sabor no se puede diferenciar.
Sin embargo, la merluza no es la única impostora. Muchas especies de pescados de agua salada, luego de ser renombradas o falsamente etiquetadas, se enmascaran en el mercado como especies ecológicas, más sabrosas o como versiones más apetitosasque lo que en realidad son. ¿Qué significa esto para los grupos ecologistas que trabajan para salvar los océanos sobre la base del “comercio ecológico”?…”